05 septiembre, 2009

LAS SETAS Y LAS AVES DE RAPIÑA


Como no se deben recolectar las setas

Quien tenga el “mal fario, como dicen por el sur de España o, si se quiere, mala sombra” y llegue a sus manos este breve artículo sobre las “setas y las aves de rapiña”, tenga la paciencia y sienta alguna curiosidad sobre el tema que intentaré relatar, quedará algo perplejo y quizás ligeramente sorprendido, preguntándose y haciendo cábalas qué relación o nexo pueda existir entre las setas y las aves de rapiña.

Desde un principio habrá quien perciba o adivine el hilo conductor de tal aserto, pero suponemos que a medida que se desarrolle este título que tratamos de exponer, se irá desvelando el entresijo del mismo, para que cada cual interprete la pequeña o gran relación existente entre el mundo fúngico y la “aves de rapiña”

En el constante corretear por los bosques, montes y prados de nuestra hermosa región gallega, en infinidad de ocasiones hemos contrastado y observado las setas comidas por caracoles, limacos, gusanos, caballo, ovejas, así como aves y ardillas, sobre todo por éstas últimas y por pájaros, desmenuzándolas en las duras invernadas para alimentarse de los gusanos y parásitos que en ellas albergan, que aprovechan como nutrientes en las duras condiciones climáticas de la estación invernal. Sin dolernos prendas de ninguna especie, tenemos que argumentar que estos animales y aves no son los mayores destructores de los hongos. Personalmente creo que el mayor y más sistemático depredador del mundo fúngico, corresponde sin lugar a titubeos al: “¿Homo sapiens sapiens”? Con tal afirmación, desvelo desde el tercer párrafo, las suposiciones que cada cual pudiera hacerse sobre el título de este artículo.

Ciertamente, es triste y sumamente ingrato, tener que recordar una vez más, que después de treinta años de micología en Vigo, recientemente haya aparecido en la Voz de Galicia un reportaje divulgado por unos aficionados o no aficionados a dicha sistemática, del hallazgo de un hongo bastante raro en los bosques de Galicia; pero que sin embargo, era bastante frecuente en la región catalana. Dicha seta en cuestión, se refería a la archiconocida Fistulina hepatica que, dicho de paso, no ponemos objeción alguna de que sea muy abundante en la masa arbórea de Cataluña. Pero sí, lo que podemos afirmar rotundamente, es que la Fistulina hepatica, es sumamente abundante en nuestros bosques galaicos, sobre todo en robles y castaños viejos o heridos. A veces también suelen darse en viejos manzanos.

Desde luego y sin lugar a titubeos, dichos aficionados al alegar con tanto júbilo tal cosa, no dejan de estar contemplando el mundo fúngicos de Galicia, desde una atalaya bastante apartada, difusa y confusa de la realidad que distorsiona el mundo de los hongos de nuestra región. Pero todavía más penoso y triste es que, a través de los medios de comunicación por parte de la prensa, se atrevan a lanzar y difundir tales afirmaciones, sin antes de haber verificado, si dichos asertos correspondía objetivamente a la realidad, y no aseverar de forma tal subjetivamente como expresan en dicho medio de comunicación.

Por lo que se ve, se oye, se expone y se lee, estamos por permitirnos el lujo de aseverar que tantas salidas micológicas habidas al campo con grupos de gente y tantas conferencias y charlas dadas a lo largo y ancho de la geografía galaica, en la mayoría de ellas han quedado en entredicho. Con lo que podemos colegir que no hemos sabido, podido o querido enseñar nada de nada a nadie, o nadie de nada asimiló lo más elemental de la micología, esfuerzo y labor compartido e impartido por tantos y tantos compañeros dentro del mundo fúngico. Honrada, sincera y personalmente, creo que el talón de Aquiles, radica más en el fondo de la enseñanza que en la forma; desgraciadamente sujeta a un entorno socioeconómico injusto, cicatero, insolidario y terriblemente depredador.

Boletus pinicola (Vittad.) Venturi



Habiendo transcurrido una porción de años que han servido para enriquecer el acervo cultural micológico, así como haber vivido ricas experiencias, tanto teóricas como prácticas y , a pesar de tan rico bagaje, debo confesar que cada vez me acuerdo más del coloquio sostenido con un compañero micólogo de campo, aducía con juiciosa lógica, que si la labor que por aquel entonces se empezaba a desarrollar, con tanto entusiasmo y ahínco en el campo de la micología popular, más que resguardarlo no redundaría en contra del mundo fúngico, con el consiguiente deterioro del hábitat de los hongos y la decadencia de su biotopo y entorno natural.

Por aquel entonces, tanto el compañero micólogo de campo, como el que suscribe este breve compendio, no poseíamos la suficiente experiencia sobre el mundo fúngico, ni remotamente sabíamos de que forma recogía las setas el campesinado y los urbanitas en los bosques gallegos. Sin embargo, si sabían mucho y bien los compradores de setas comestibles, tanto los de dentro como los de fuera de Galicia. ¡Qué se le pregunten a ellos!. Sobre todo, a los exportadores que bullen por nuestra tierra galaica, que después de agotar las setas de carne blanca en sus países de origen, desde hace algunos años, han y están asolando los hongos de carne inmutable de nuestros bosques, como son: Boletus areus, edulis, pinicola, aestivalis y foscuruber, con total consentimiento, permisibilidad e ignorancia de nuestras “autoridades”, que debieran de poner coto a tal bárbaro proceder. ¡Eso sí¡ se hará cuando las setas y los hongos no sean más que recuerdos de estampillas. Lo mismo que ocurre en las malas carreteras, que para arreglarlas tiene que haber un sinnúmero de muertos y para eso, a regañadientes.

Hubo un principio de acuerdo entre el grupo de cultura popular, para cumplir el objetivo que habíamos propuesto e intentábamos propugnar en su momento, con la introducción de la cultura micológica entre el mayor número de personas en Galicia, que quisieran o estuviesen interesadas en la temática del mundo fúngico, tanto en las zonas urbanas como en los círculos rurales, así como de fomentar la creación del máximo de agrupaciones micológicas en las ciudades, pueblos y aldeas de Galicia.

Es muy cierto que en aquellos momentos de euforia, pensaba que el compañero de fatigas, aducía y exponía sus argumentaciones por egoísmo o pensamiento de corte clasista. Desde entonces ha pasado muchísimos años y, al día de hoy, tengo que reconocer y admitir en gran parte sus reflexiones. Sus consideraciones tenían una base de lógica fundamental y, actualmente y sin rubor alguno, estoy en lo elemental de acuerdo con él, sobre todo en la forma, pero no tanto en el fondo, puesto qué cuanto más cultura se dé y extienda en el mundo fúngico, tanto más se tendría que cuidar y respectar con suma diligencia el ecosistema de los hongos superiores y entorno de nuestros bosques. Desdichadamente el tiempo ha terminado por darle la razón, tanto en la forma como en el fondo. Cuanta más cultura se dio y se da en el mundo fúngico, más nocivos nos volvemos hacia el mundo particular de los hongos.
Boletus edulis Bull.


Entre la numerosas salidas que hacen los aficionados por los bosques de Galicia para la recogida de hongos, bien para comer o para su ulterior estudio, hemos observado en más de una ocasión, sobre todo, por los bosques de caducifolios de la zona de Monterroso, como el campesinado arrancaban de cuajo los Boletus de carne blanca, pinzándolos desde abajo con artilugios romos, dañando alevosamente el micelio del entorno donde salen los carpóforos de los hongos Esta deplorable costumbre confirma la regla una vez más “el que venga detrás de mí, que se arregle o se joda”; se viene practicando desde años ha, con el consiguiente destrozo de la masa miceliar de las setas, que conlleva a la extinción de los hongos a medio plazo. Con este pernicioso y lamentable proceder, no sólo se menoscaba el micelio donde germinan las setas, sino que al mismo tiempo, se causa un enorme perjuicio a la masa arbórea y arbustiva, por ser hongos micorrízicos, que implica de forma concatenada a la ecología y medio ambiente.

Todos los hongos superiores, tanto saprofitos como parásitos o micorrízicos, juega un papel se suma importancia dentro de la naturaleza, sobre todo los micorrízicos o simbióticos, entre los cuales se hallan los Boletus de carne blanca o inmutable, entablando una perfecta simbiosis entre árbol-planta-hongo. Pero dado el carácter tan irracional de la recogida de los hongos, aparte del destrozo que se realiza en los micelios del mundo fúngico, también los árboles y los arbustos sufren de forma directa las consecuencias del destrozo de los hongos, pues estos contribuyen a la oxigenación de los árboles en particular, y de la masa arbustiva en general.

Otra experiencia observada en junio de 1992, en un bosque en el alto de Fumaces, comarca de la Chaira (Orense), donde cercano a un bosque de castaños y robles, paré el automóvil y bajándome, me introduje en los muchos sotos que coexisten en dicha comarca con otros árboles, con el ánimo de hallar algunas primicias de primavera. Adentrándome en la floresta, al poco rato, me topé con una rapaza de aquellos parajes apacentado el ganado vacuno, llevando en una mano una bolsa de plástico y, en la otra, la vara de aguijonear las vacas. Por curiosidad al verla, me acerqué a su lado y le pregunté qué llevaba en el saco tan elástico y si estaba buscando setas. La muchacha afirmativamente me contestó qué sí, que estaba recogiendo setas para después venderlas a un recogedor, en la aldea de San Cristobo, muy cerca de donde estaba vigilando el ganado. Entonces, siguiendo la conversación, le pregunté qué setas estaba acopiando y mostrándome el interior de la bolsa de plástico que portaba en la mano, me percate al instante que eran Boletus de carne blanca. Eran bellos ejemplares de Boletus aereus y Boletus reticulatus.

Todas las setas recogidas iban arrancadas de cuajo, incluso, con el micelio y tierra adherida al pie. Al observar tal proceder, le manifesté que así no era la forma más indicada de recolectarlas, y que todos los hongos superiores sería y debería ser beneficioso cortarlos a ras de suelo con una navaja o cuchillo. La paisana con mucha parsimonia y cierto deje de ironía, pero muy correctamente me respondió: “e logo qué queres que lle faga, se todo o mundo fai o mesmo”. Aunque la contestación dada ya me la figuraba de antemano; no por eso me dejó menos decepcionado. La verdad, aun estando bastante contrariado por la respuesta que me dio, le respondí que como mínimo debiera llevar las setas en recipiente de mimbre o cartón, pues los hongos guardados en bolsa de plástico al no transpirar en ellas, se deterioran y se pudren con suma facilidad; máxime si la estación cuando se recogen, coincide en primavera o verano. La contestación de la hermosa muchacha para zanjar mis consejos fúngicos, fue categórica y contundente: “bueno..., non ten maior importancia, onde vou a vendelas está muy preto daqui” Ahí acabó la corta conversación sostenida en el bosque con la paisanuca y, metiéndome en el automóvil, marché pensando: “qué gran verdad tenía aquel compañero micólogo de campo, que solía aducir si no sería contraproducente impartir y compartir tanta cultura micológica”.
Boletus foscuruber ss. Moser



Cambiando de lugar, espacio y tiempo, me viene a la memoria las vivencias de otro compañero micólogo de campo, que habiendo pernoctado en el Folgoso do Courel (Lugo), me dijo que al amanecer y desde la ventana de su habitación, ya veía entre la hojarasca del bosque de castaños, que por aquellos parajes suelen ser la mayoría de la arboleda, asomando las cabezas de los Boletus. En su momento, también pernocté en dicho lugar y al dormido soñé ¡qué tiempos y qué emoción experimentaría al contemplar desde una ventana, tan excelentes bocados al alcance de la mano!¡Igualito, igualito, como no se pueden ver ni contemplar hoy en día¡ tan fantástico espectáculo, descrito con tanto entusiasmo por el compañero micólogo de campo, que cada vez que recordaba el mismo, le brillaban las pupilas de los ojos, sintiéndose nostálgico al recordar su fantástica vivencia. Cuando el “virus fúngico” penetró en mi esencia, ya prácticamente empezaba el avance del detrimento de la masa arbórea y arbustiva de Galicia, así como la decadencia del ecosistema fúngico, Desde luego, no me cabe la menor duda, que debió de ser una auténtica gozada el vislumbrar “in situ”, aquellos habitas de nuestros bosques rico en hongos de todo tipo. Todo eso, ahora, va quedando en la lejanía del recuerdo y, de seguir por el mismo derrotero, en pocos años las setas y los hongos, únicamente se podrán contemplar en las estampillas, libros y museos de Micología.

Como se deben de recoger las setas



De todo lo expuesto y algo más, lo pueden corroborar los compradores de setas comestibles de la zona de Monterroso y sus aledaños, si algo de sensibilidad les queda, ¡cosa que dudo muchísimo!, así como los centros y “fábricas” de recogida y manipulación de hongos de carne blanca, que cada año que pasa, suelen adquirir menos cantidad de setas; teniendo que derivar su actuación depredadora hacia otros frutos silvestres, para poder sostener la “rentabilidad de sus negocios”. Es evidente, que a corto o medios plazo y dada la “filosofía” de los compradores, fábricas y exportadores que inculcan a los recogedores de hongos, debemos de suponer que con el mismo proceder devastador que hacen con las setas, también terminarán por extinguir los frutos silvestres; tanto como se llegó a hacer con las plantas medicinales, entre ellas la árnica, planta prácticamente extinguida en Galicia.

Memorizando, recuerdo el coloquio sostenido entre un micólogo de campo, y un ecologista en la emisora de Radio Vigo, donde éste alegaba que los micólogos de campo no eran respetuosos con el medio ambiente y la ecología, puesto que con su arbitrario proceder, sólo conseguían extinguir el mundo fúngico y el consiguiente menoscabo de la masa arbórea y arbustiva. Desde luego, el proceder de muchos buscadores de setas y micólogos, sean o no de campo, quedan a veces en entredicho. Creemos que esto no sea la única razón que induce a los ecologistas a pensar y aseverar tal consideración. No obstante, no se puede o se debe de orientar en el haber de los buscadores de hongos los que destrozan las setas. No son los pescadores de caña los que exterminan los peces en el mar o en el río, ¡sino los otros, los de siempre! Sin querer pretender poner en duda la gran y brillante labor de los ecologistas, es curioso que éstos, que pretenden defender a capa y espada en entorno de la naturaleza, en la mayoría de las ocasiones, soslayan o no se atreven a meter el dedo en la llaga, cuando se trata de defender al ser humano de la continuas agresiones a que se ven sometidos, como si éstos no fuera la parte más importante y evolutiva de la propia naturaleza.

Boletus aereus Bull.


En los períodos de recesión económica, de donde devienen y proceden agudos antagonismos y fuertes contradicciones, una vez más se confirma y comprueba que no se debe de cargar sobre los micólogos de campo, todos los males del mundo fúngico, omitiendo al mismo tiempo, el inadecuado proceder de los compradores, exportadores y fábricas de setas, que son los que verdaderamente realizan el perjuicio del mundo fúngico y medio ambiente. Esto corrobora con clara nitidez las crisis cíclicas y profundas del sistema socioeconómico capitalista neoliberal, por su forma de producción subjetiva, anárquica e insolidaria Pese a los constantes e innegables avances tecnocientíficos, que debieran de servir, entre otras cosas, para aliviar y hacer más fácil y cómodo en su constante quehacer, tanto física, psíquica, espiritual y material de los seres humanos, la calidad de vida y los valores éticos y estéticos de los hombres. Todo lo contrario, el sistema neoliberal somete cada día más y más a los seres humanos; y aunque en teoría parezca una contradicción, en la práctica diaria de la vida, se detecta con mayor virulencia, crudeza e hipocresía, rayando en casos, el antiguo derecho de pernada ¡eso sí, muy sutil!

Toda formación socioeconómica donde”el becerro de oro”, es y lamentablemente seguirá siendo el culto al consumismo, que solamente puede estar al alcance de quien posea los medios económicos suficientes para adquirir todo tipo de objetos, en la mayoría de los casos esencias inútiles. El culto al consumismo para aquellos que se dejan arrastrar en la vorágine del mismo, no deja de ser un factor subjetivo de calidad de vida que gradualmente le va socavando, llegándole a poder producir neurosis crónica, deformándole la perspectiva de lo hechos y la realidad de las formas. Unos cuanto más dinero obtienen, tanto más se dejan introducir en la dinámica del consumismo; otros, porque desean alcanzar a toda costa la demencia desenfrenada del consumismo, se empeñan y esclavizan todas sus energías, tanto espirituales como materiales. Al trabajar más y más, la mayoría de las plusvalías que generan, van a parar a las arcas de los amos de la propiedad privada de los medios de producción, y el resto a mantener la prole y al consumismo total. De momento ni a corto, medio o largo plazo, se vislumbra en el horizonte cambio alguno, ni cuantitativo ni cualitativo que pueda beneficiar a los seres humanos. Al contrario, las fuerzas reaccionarias tanto internas como externas, están apretando cada vez más la soga con métodos neoliberales, que redunda en contra de las personas y del entorno de la naturaleza.

Cesto para depositar las setas, navaja para cortarlas y bastón para la maleza



Dichas formaciones socioeconómica de corte capitalista neoliberal dura y pura, tienen como único y exclusivo “Dios” la obtención del máximo de plusvalías, en el mínimo período posible, acumulándolas como sea, dónde esté y a costa de lo que exista, pisando si es necesario los derechos y valores humanos de quien se ponga, tanto por delante como por detrás, así como de pasarse por el forro de las bolas las leyes establecidas por los distintos gobiernos, con el único y exclusivo afán de motivar sus egoístas, mezquinos y ruines objetivos, en aras al culto de la personalidad, o de creerse “dioses menores” con cuerpos inmutables e inmortales. La “filosofía” en que se basan estas formaciones socioeconómicas, denominadas de libre mercado; mejor habría que dedicarles el apelativo de “mercaderes libres, se corresponde a la táctica y estrategia de “tierra quemada para los demás” y, a veces, para ellos mismos, tanto en el retroceso como en el avance, con el notable y prioritario objetivo de la consecución final de sus “cristianas devociones”; aunque para ello, no duden en desbastar hasta la total extinción su propio entorno natural y, su no tienen bastante con su propio entorno, talando el entorno de sus semejantes en otros lugares, Para tal menester, no vacilan en emplear el método de la avestruz, importándoles un bledo el porvenir de sus propia especie, o el daño que ocasionan con sus actitudes y aptitudes en el ecosistema que habitan, sin con ello obtienen pingüe y fácil beneficios, que denominan sus “licitas transacciones”, casi siempre amparadas por leyes, que son leyes que hacen los poderosos para los poderosos.

Afortunadamente la Tierra todavía posee ingentes medios materiales, de casi todo tipo de elementos para la subsistencia del ser humano; pero de seguir empleando los mismos procedimientos cerriles y cicateros en el suelo que arranca el capitalista, a medio o largo plazo ya no podrán obtener la suficiente plusvalía; por lo tanto, algún crédulo puede aducir que estos neoliberales dejarán la rapiña y se volverán más humanos. ¡Craso error y espeluznante horror pensar que no van a seguir obteniendo plusvalías a corto o medio plazo! Pero que más les da, si una vez agotadas en su lugar de origen “sus míseras plusvalías”, les recalifican el suelo donde tienen ubicada su industria, proceden a desplazar sus capitales a otras zonas y seguir despojando mercados donde todavía no hayan sido debidamente expoliados.

En el campo concreto y específico de las setas, “estos pequeños burgueses industriales”, educan e inculcan en el campesinado, la premisa de cuánto más boletus de carne blanca recojan, mucho mejor para ellos los campesinos. ¡Naturalmente!, profusamente mejor para ellos, para los “industriales de libre economía”. ¡Claro está! Estos que así se autodenominan son los de siempre, los que se quedan con la piel del león y león también. Para tal actuación, ni se ruborizan ni dudan un instante en “educar al campesinado gallego” en falaces premisas, importándoles un bledo que las arranquen de cuajo, pinzándolas o recogiéndolas apenas salgan los carpóforos del suelo.¡Que duda cabe! qué cuanto más setas de carne blanca entreguen a los compradores de las mismas, bajo tan desatinado y bárbaro método de recogida de hongos, más beneficio generarán a los “agiotistas de liberal libre mercado” y, por tanto, mayor plusvalía acumularán a corto plazo, en base al procedimiento de recolección de setas, a todas luces, salvajemente dañina.

En cierta ocasión en una salida setera realizada a la provincia de Lugo, al ser demasiado temprano, me paré en un bar a tomar un café con leche para calentar el organismo y, al entrar, lo primero que vino a mi vista fue un cartel pegado en la pared que decía: “se compra todo tipo de setas, Árnica y moras”. Quedé más que helado, que perplejo, puesto que dicho anuncio conllevaba connotaciones sencillamente escalofriantes para el mundo fúngico. Ponerse a reflexionar por las consecuencias devastadoras que se puede realizar en contra del mundo fúngico, por el nefasto anuncio presenciado en un establecimiento público, es meditar del flaco favor que le hacen tanto tirios como troyanos, al complejo mundo de los hongos. Con esos orígenes, no cabe el menor titubeo, que a medio plazo y dado el modo de actuación de estos “elementos rapaces”, causen un daño irreparable en el biotopo fúngico y masas arbóreas y arbustivas en los bosques de Galicia.

Que duda cabe, que a fuerza de argumentar una y otra vez las mismas persuasiones por la forma de recoger los hongos de carne blanca, y pese que existen otras teorías y opiniones contrarias a dichos testimonios; por supuesto tan respetables como otras cualquiera, habrá que reconocer que la cultura fúngica que se ha dado, tanto teórica como práctica, fue aprovechada por una minoría “inteligentemente pillos”, manipulando la buena fe de de una mayoría de “currantes” y otros que no lo fueron tanto, pero que les gusta salir en primera plana. Estos “sagaces clarividentes” han, son y serán, sin lugar a dudas, los compradores y exportadores que expiden las setas desde Galicia, quedando las plusvalías de su transformación fuera del lugar de origen, y dejando la “calderilla” entre los recolectores y el deterioro del biotopo fúngico. Estos “elementos intermediarios” que pagan a bajo precio los boletus de carne blanca, ocasionalmente los más “generosos” se atreven a pagar entre 500 y 1000 pesetas el kilogramo, introduciéndolas en el mercado italiano o francés a 5000 y 7000 pesetas kilogramo. Es evidente que con la diferencia existente entre el precio de compra y venta de los boletus de carne inmutable, seguirán esquilmando todos lo bosques de Galicia, hasta que dejen de ser rentables, o cualquier otro lugar que se le ponga al frente, sin perjuicio ni rubor alguno en proseguir sus actuaciones en otros negocios de distinta cualidad.

Es lamentable que el campesino que está realizando un trabajo extra fuera de sus quehaceres cotidianos, malvenda los boletus, para luego comprar carne a precios altos; no aproveche de los boletus de carne blanca para su propio consumo alimenticio. Desde luego, dígase lo que se diga, el paisano gallego sigue siendo muy reacio al consumo de hongos. Sin eximir a nadie la responsabilidad moral y material, no se debe inculpar únicamente al recolector de hongos comestibles, como pretenden los ecologistas, cargando exclusivamente con el declive de las setas de carne blanca, el detrimento del ecosistema fúngico y el deterioro de la masa arbustiva y arbórea.

El desperfecto mayor es el realizado por las “aves de rapiña”, llámense compradores o exportadores de hongos comestibles, que son los que verdaderamente destrozan, desbastan y demuelen única y exclusivamente por egoísmo personal, unido a culto de la acumulación de plusvalía tras plusvalía. ¡Menudo porvenir les van a dejar a sus propios congéneres! Estos elementos suelen aplicar la máxima tan poco cristiana de: “después de mí, el diluvio”

Antes de dar por terminado este breve trabajo, rememoro el recuerdo acaecido años atrás, también en la comarca de la Chaira Fumaces. En dicha comarca me encontré en varias ocasiones con el recolector-comprador-vendedor de setas comestibles, en su aldea natal de San Cristobo (Orense), el mismo lugar donde la rapaza que apacentaba el ganado, vendía las setas que recogía por aquellos andurriales. Este marchante al principio se ufanaba del negocio que tenía entre manos, aduciendo que la profesión al principio era sumamente rentable, puesto que las setas salían todos los años con gran profusión y no era de temer que se agotasen. Cierto es que las recogidas de los primeros años era auténticamente de ensueño. Aparte de la profusión de hongos de carne blanca, era al mismo tiempo una procesión de campesinos, que al anochecer, venían de las distintas zonas de la Chaira a depositar en San Cristobo, la recogida de diaria de setas; siempre de carne blanca: Boletus edulis, de xesta de castaño y de roble; Boletus pinicola: de pie tintado y pie blanco; este se refería al Boletus foscurube de la sección Edules, todos arrancados de cuajo, pinzados y con gran cantidad de tierra y micelio adherido al pie.

Pese a los muchos consejos que le di año tras año, que las setas había que recogerlas cortándolas a ras de suelo con una navaja, y que no se debieran de recoger de forma tal irracional como lo estaban haciendo, siguieron aplicando el mismo proceder todos los años, y cada año la cosecha iba menguando. No tuve éxito en el empeño que puse para que no siguieran aplicando los mismos métodos de recogida de hongos.

!Por favor no pisarme!



En una de las últimas visitas realizadas a San Cristobol, el recolector-comprador- vendedor de setas de carne blanca, me manifestó qué no sabía que estaba pasando con los hongos, que cada año recogían menos setas. Pacientemente le volví a razonar mis argumentos teóricos y práctico cómo se debían de recoger las setas en los bosques, puesto que la causa de que cada año hubiese menos hongos, era debido a la forma tan brutal de la recogida que estaban realizando todas las temporadas. Su contestación fue rápida, contundente y decepcionante: “mira amigo Alfonso, estou ata o carallo de oírche o mesmo ano tras ano, de que collamos os fungos como ti estás recomendando, posto que os piñeiros ós trinta anos, deixan de dar cogomelos” Ciertamente y sin casi dejarle de terminar de hablar le respondí: “que era un milagro que los pinos dieran setas durante treinta años, dado la forma tan insensata de recolectarlas”

Año más tarde y apesadumbrado, me dio la razón sobre las argumentaciones que trataba de inculcarle, cada vez que iba a saludarlo. En la actualidad en la zona de la Chaira cada vez recogen menos setas de carne blanca, y en poco tiempo ocurrirá la misma anomalía que se produjo en la comarca de Monterroso y sus aledaños: que prácticamente no recogen boletus de carne inmutable.

Es sumamente paradójico y a la vez patético, que siendo el ser humano el animal más perfectamente evolucionado que la naturaleza forjó, sea al mismo tiempo el más complejo, egoísta e insolidario que ha creado. En su alegato no es menos cierto que los hombres viven y se desarrollan dentro de sociedades contradictorias y antagónicas, factores sociales donde los sistemas socioeconómicos de corte capitalista neoliberal, engendran círculos violentos que obligan y justifican que otras fuerzas humanas, respondan con idénticos métodos que sus contrarios. Todo esto, supone una gran barrera que impide y retrasa el normal desarrollo social de los seres humanos, tato material como espiritualmente. Es deseable y viable en el tiempo y en el espacio, que el ser humano en su constante devenir, vaya concibiendo un estadio superior de desarrollo social que le haga ser más coherente, solidario y fraterno; y menos pancista y depredador con sus congéneres; al tiempo que se vaya reeducando con objeto de ir paulatinamente respetando el espacio que habita y, sobre todo a sus semejantes, puesto que en nuestros días no deja de ser un entelequia. La primera premisa que el hombre de tener en cuenta en el habiente hostil que le rodea, es: máximo respecto a sus congéneres, cuidar y ennoblecer el entorno natural donde vive, y que las máquinas que inventa le sirva de ayuda y descanso y que jamás prevalezcan por encima del mismo. Si esto y otros muchos factores positivos del ser humano se llevan a cabo y buen término, es de suponer que se irán extinguiendo gradualmente todo tipo de “ave de rapiña”, particularmente en el mundo fúngico y general en el resto de las demás cosas, que forman la existencia humana dentro de nuestro minúsculo mundo, que no deja de ser un micro átomo de nuestra Galaxia.

A mí pesar me da algo de pena concluir esta pequeña disertación; pero quiero recordar a los ingenuos, crédulos y hombres de buena fe, que el neoliberalismo duro y puro intenta globalizar la riqueza y las ganancias entre unos pocos, y socializar las pérdidas y la pobreza entre los demás, que son la gran mayoría.

!No dar bastonazos ni patadas a las setas.




Trabajo y fotos de Alfonso Rey Pazos, finalizado en Vigo en 2006.
Las imágenes se pasaron el 17 de marzo de 2009.


EPILOGO

Este trabajo fue finalizado el 31 de mayo de 1.981. El 1 de julio de 2.0003 se perpetró una primera revisión; haciéndose el 28 de abril de 2.006, la segunda y definitiva revisión de este pequeño compromiso

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