VIVENCIAS CON LOS PRESIDENTES DE “A ZARROTA”
PREAMBULO
A los 45 años retomé de nuevo la afición a los hongos, que me había
proporcionado mi estancia en el aeródromo de Villafría (Burgos). Recuerdo una
tarde después de cumplir mí horario de trabajo que paseando por la calle
Uruguay de Vigo, avisté un cartel que la Agrupación micológica “A Zarrota” divulgaba
las jornadas micológicas en el auditorio que tenía la Caja de Ahorros debajo
del edificio del cine Fraga.
Dicho cartel me hizo rememorar la búsqueda de
hongos por los campos de aeródromo Villafría (Burgos), donde hacía el servicio
militar como especialista en Meteorología. Al día siguiente ni corto ni
perezoso me fue a la conferencia que sobre hongos que conversaba un
botánico-micólogo, llamado Magán. Los siguientes días, seguí yendo al auditorio
escuchar a otros micólogos, hasta el final de las jornadas. La jornadas como
todas precedente estaban organizadas por la Agrupación micológica
“A Zarrota de Vigo”. En el auditorio entablé conversación de la agrupación con
vicepresidente Antón Patiño Regueira, A los pocos día salí al campo con Antón,
y desde entonces me entró el virus fúngico, más motivado y menos pernicioso que
el “escarallavirus” a que estamos sometidos en 2020.
La Agrupación micológica ‘’A Zarrota’’ de Vigo tuvo hasta hoy 24 de julio
de 2020, 4 presidentes y 2 presidentas. A ellos evoco estos recuerdos, excepto
al primer presidente Cosme Galiana, que lo llegue a conocer siendo Antón Patiño
de Presidente, pero no tuve la fortuna de salir con Galiana en ningún evento
organizado por éste.
Durante 15 años, Antón y yo tuvimos una relación muy
estrecha, y altamente
beneficiosa en todas las ocasiones, tanto cuando salíamos con el equipo de la
agrupación micológica “A Zarrota” a las diferentes zonas de Galicia, como
cuando íbamos solos por nuestra cuenta. La relación duro 15 años. Antón era un
personaje típico, con un criterio y una personalidad muy fuerte. Como quiera
que yo también tenia un carácter y una
personalidad similar a la de Antón Patiño, por lo que en los últimos años de
nuestra relación se fue deteriorando. Quince años más tarde, después de una
correlación muy intensa, rompí las relaciones pero no la amistad, aunque está
se fue enfriando paulatinamente, debido sobre todo a las diferencias
filosóficas que ambos sustentábamos.
La primera vez que vi una Morchella en el campo, fue una salida que
hicimos con Patiño en petit comité, en la zona del Barco de Valdeorras
(Orense). Patiño había invitado a José Manuel Ruiz Fernández “El ruso” micólogo
de Baracaldo, a dar una conferencia sobre hongos en el Barco de Valdeorras.
Salimos de Vigo un sábado y pusimos rumbo al Barco de Valdeorras, y al llegar a
la citada ciudad ya nos estaba esperando José Ruiz y Cristóbal Leivas. Una vez
cruzando sendos saludos, el amigo Leivas conocedor del hábitat de las morillas
nos llevó por el curso del río Sil, donde solía encontrar las famosas morillas
Antes de comer fotografíe dos Morchella: conica v/ costata y conica v/
distans:
Morchella conica v/costata
Me emocioné mucho y me puse más
contento que un cucú. Comimos y volvimos a ver si teníamos más suerte que por
la mañana. Leivas previamente nos había advertido que gente de Ponferrada
(León), venían todos los años a la mismas zonas donde
las encontraba, y luego vendían a los restaurantes de Ponferrada. También nos advirtió que pocas colmenillas íbamos a encontrar, pues la indiscriminada forma de recogerlas (entiéndase arrancándolas de cuajo), habían prácticamente desaparecido. Antes de que José Manuel Ruiz empezara su conferencia, optamos por dejar el equipaje en la habitación. Una vez finalizada la amena e interesante conferencia dada por el profesor “ruso” sobre el género Boletus, nos dirigimos al comedor donde cenamos una opípara comida. Después de la cena e interesante charla de sobremesa, nos fuimos a descansar.
las encontraba, y luego vendían a los restaurantes de Ponferrada. También nos advirtió que pocas colmenillas íbamos a encontrar, pues la indiscriminada forma de recogerlas (entiéndase arrancándolas de cuajo), habían prácticamente desaparecido. Antes de que José Manuel Ruiz empezara su conferencia, optamos por dejar el equipaje en la habitación. Una vez finalizada la amena e interesante conferencia dada por el profesor “ruso” sobre el género Boletus, nos dirigimos al comedor donde cenamos una opípara comida. Después de la cena e interesante charla de sobremesa, nos fuimos a descansar.
Al día siguiente nos fuimos hacia Quiroga (Lugo), y nos metimos en los
bosques de encinas (Quercus humilis), que se hallan alrededor del poblado de la
presa de Sequeiros. En dicho bosque y por detrás de una casa y lugar muy umbrío
hallamos un precioso ascomiceto: Paxina acetabula. Más tarde comimos en Quiroga y cada cual retornó
a su ciudad.
Antón en cada salida que hacíamos en grupo, le encantaba hacer sus
clásicas paellas en el campo. Paellas que de cada 10 que elaboraba, 2 le salían
sabrosas, las restantes ni los galeotes las hubiesen comido. De las muchas que hizo que por el
olor que desprendía la paellera, intuíamos que iba ser una paella de las buenas y
sabrosas. Pues bien, cuando estaba finalizando la paella, una muchacha de Vigo
que estaba veraneando en la aldea de Mercurín (Lugo), con tal mala suerte se
arrimó a donde estaba haciendo la paella, y poniendo un pie cerca de la misma
que estaba apoyada entre dos piedra y un leño que salía de la fogata, los piso
y volcó la paellera y todo su contenido se fuera de la fogata. La expresión
facial de Patiño fue todo un poema, pero
con inteligencia no le dijo nada a la chica. Afortunadamente como éramos 5
ó 6 personas y pese al descalabro de la
paellera, no nos quedamos de comer. La chica del pie en la rama, fue a casa de
los vecinos y nos trajo chorizos y jamón de cerdo criado a castañas, así como
unas barras de pan exquisitas hechas en horno de leña y harina de trigo del
país. La pena de este recuerdo fue que al no poder aprovechar absolutamente
nada de la paella, nunca supimos si pudiera ser una de las mejores paellas, que
de vez en cuando le salían a Patiño.
Otro recuerdo de las paellas de Patiño, fue la hizo en Sober (Lugo). Un
sábado de mañana nos fuimos para Sober, pues yo tenía una conferencia que tenía
quedar sobre micología, invitado por el ayuntamiento cuyo concejal de cultura
era el amigo Guitían. Al medio día comimos en un restaurante del pueblo, y
después de tomar el café y su correspondiente chupito, nos fuimos al monte a
recoger hongos para exponerlos en la mesa del auditorio, Como la conferencia
estaba prevista para las 8 de la noche, le dije a Patiño que empezará a
condimentar la paella de turno. Ante mi asombro, quitó del coche varios sacos,
dos de alas de pollo y dos de mejillones, entonces le dije, Patiño a donde vas
con tantas alas y tantos mejillones. Me contestó que no me preocupara, pues
íbamos a ser más de 100 comensales. Lo primero que hizo es vaciar las alas de
pollo en una tinaja, alas que estaban llenas de cañotos y restos del plumón,
que todavía mi asombro fue mayor. Empezamos a limpiar los cañotos de las alas,
pero llegó un momento que le dije tenía que comenzar a dar la charla sobre el
mundo fúngico en el auditorio, y que la limpieza de cañotos de las alas era
interminable. El terminó en un santiamén, pues ni corto ni perezoso volcó todas
las alas sin terminar de limpiar ni quitar los cañotos, en la paellera. Ya os
podéis imaginar como acabó la cocinada de la paella, ¡paella que ni los
galeotes la comían¡ Pues bien, nos fuimos al comedor Patiño, Dapena, Mary Luz y
yo, y 130 comensales más que abarrotan el local, Patiño nos sirvió un plato de
paella, que ni Dapena, su señora y yo disimuladamente metimos una prueba en la
boca y el paladar lo rechazó, Sin embargo, Patiño y algunos comensales
repitieron más de una vez, alabando la paellada. Como tanto la señora de Dapena
como yo tuvimos que rechazar aquel engrudo de paella y ya estaba pensando que
me iba a quedar sin cenar. Observé “que Mary Luz estaba hurgando con las manos
el bolso que traía. Le dije, Mary Luz que “que faz” estoy
cortando un chorizo. Pues que bien, dame un pedazo. Entonces saco un trozo de
chorizo con los dedos ensangrentados, pues disimuladamente los estaba cortando
con una navaja, sin ver dentro del bolso con objeto que los comensales que
estaban más cerca, no se enteraran de lo que estaba haciendo. Gracias a los
chorizos que tan precavidamente trajo Mary Luz, pudimos ella, Dapena y yo matar
el gusanillo de no quedar sin cenar.
Otro recuerdo que parece como si fuera ayer, fue la paellada que se hizo
en Pintinidoira Becerreá (Lugo). Por aquel entonces era presidente del al agrupación
micológica “A Zarrota”, y yo vocal de salidas. Habíamos organizado una salida
de fin de semana a la zona de Becerreá (Lugo), concretamente a un lugar
conocido por Pintinidoira. Escogimos dicho lugar por la recomendación de un
biólogo que prestaba sus servicios en el Centro Forestal de Lourizán
(Pontevedra). Le había informado a Antón que en aquel lugar existía un bosque
de hayas, que la mayoría del grupo no conocíamos in situ. Pues sí, existía un
bosque de hayas en un lugar de acceso dificultoso, y cuando llegamos al sitio,
las haya más parecían cañas por lo delgadas y raquíticas que eran, como para
volver de nuevo, cosa que nunca hicimos.
Al mediodía Patiño preparó la paellera calzada sobre unas piedras más o
menos planas y empezó a condimentar la comida. Desde luego los efluvios que
salían de la paellera eran muy gratos, pero nunca supimos si así resultaría,
pues un compañero llamado Fernando, buena persona hasta que se amerdoló, y siempre tenía una tragonería enorme, se le
dio por avivar el fuego y ni corto ni perezoso, empezó a meter paja y hojarasca
debajo de la paellera para que la cocción fuera lo más rápida posible. Pero
como donde se estaba cocinando la paella, vino una racha de aire y el fuego
vivo, se metió dentro de paella alabascando la comida. ¡Otra paella más para
los galeotes¡
De las paellas que hizo el amigo Patiño,
rememoro una de la más jocosa fue la que concibió en la casa de su
suegro en Canabal (Lugo). Después de comer Patiño, empezó a preparar a media
tarde una paella para la cena. Su grito de guerra al estar preparando la cena,
era: ¡más agua…….más arroz…., más agua…, que vamos a ser muchos¡ Una vez
preparada, no éramos tanto como predijo Antón, el grupo se componía de 8-10
personas nos dirigimos a la aldea de Sindrán, Monforte de Lemos (Lugo) donde
ejercía como cura párroco el entrañable Leopoldo, en la iglesia de Sindrán.
Adyacentemente tenia una casa desvencijada donde habitaba. .
Desde Sindrán el bueno de Leopoldo, nos trasladó a otra parroquia cercana
a la suya, donde también ejercía como cura. Como era en el mes de noviembre el
día en seguida se nos hizo de noche, y para pasar al lugar donde íbamos a cenar
el grupo, tuvimos que atravesar de una habitación a otra, por encima de una
viga al aire y una especie de cuadra debajo. El pasar fue toda una peripecia y
fue un milagro de que nadie se cayera. Dentro del sitio donde comimos, nos
sentamos como pudimos y la paella que todavía venia algo templada se repartió
en los platos. El primero en empezar a comer fue Leopoldo, y exclamó ¡esto es
una mierda, ni los galeotes lo comen¡ De ahí viene la frase ni los galeotes. El
resto, menos Patiño comió paella, todos la dejamos. Aquello era infernal, sabía
todo a arroz cocido con agua que a paella. Menos mal que el amigo Leopoldo,
quitó un queso manchego de 4-5 kilos, del cual pudimos comer todos y terminar
el refrigerio en paz y gracia de Dios.
Como quiera que estuviéramos en una iglesia abandonada, el dicho vino
como anillo al dedo.
Con Patiño como presidente de la agrupación “A Zarrota” se hicieron muy
buenas salidas con la agrupación, tanto de una o dos jornadas. La primera vez
que pise la sierra do Courel, fue en una salida de 2 días que hicimos con
Patiño, Fernando e hijo, Carmen Krukemberg, una amiga suya, Falina y su marido
y Petronio. Este fue un sobrenombre bautizado por Antón Patiño, debido creo yo,
porque sus conversaciones giraban siempre en torno a la cultura de Roma.
La salida la realizamos un sábado, desde Vigo a Quiroga y de allí por el
Alto do Boi, hasta Parada do Courel (Lugo). Llegamos al anochecer y pernoctamos
en la aldea de Parada. Antes de escoger las habitaciones para dormir, Patiño
que ya tenía apalabrada una casa de
campo para pasar la noche, en la casa concertada cenamos las viandas que cada
uno llevaba para comer. Por cierto, los anfitriones nos dieron a probar un
resto de cocido de cerdo alimentado a castañas que les había sobrado del
mediodía y con patas cocidas desvaporizadas por una ventana al frío, nos supo
todo deliciosamente. Como éramos varias personas, todas no pudimos dormir en
casa donde cenamos, pero los de la propia casa lograron encontrar habitaciones
por la aldea, para poder dormir el resto de los compañeros.
Al día siguiente, no más romper el alba, después de desayunar en la casa en que
cenamos, el grupo salió disparado hacía los bosques de castaños en la búsqueda
de hongos que, por cierto, prácticamente apenas encontramos. Como a falta de
pan, las tortas son buenas, logramos hallar fresas silvestres y orégano. Como
era a finales del mes de octubre, con un frío intensísimo, pero seco, el
orégano apenas tenia hojas. Antón para pasar el tiempo nos recomendó que cogiésemos
fresas y mucho orégano, pues resultaba
una planta muy agradecida. Debido al frío y al avanzado mes de otoño, la planta
del orégano poseía más cañotos duros que hojas. Petronio que se hizo con un par
de manojos, todo eran cañotos, le dijo a Patiño ¿qué fago con isto? Patiño escudriñando el semblante de
Petronio, creo que pensó, este es tonto, o se lo hace, rápidamente le dijo ¡con
iso Petronio torceos ben e os metes no cu….¡ Asunto solucionado¡
El entusiasmo y la garra que Patiño que le echaba para hacer las paellas,
eran inconmensurables, pero pocas veces le salían Las paellas como dios manda,
creo que debido a las “caldeiradas” que hacía, pues siempre decía vale más que
sobre que falte. ¡Claro que la mayoría
de las veces sobraba¡
La más sonada paella del compañero Patiño, fue la hizo en monte Aloia,
Tui (Pontevedra). Para ello contaba con Ángeles y unos cuantos compañeros para poder
preparar una paellada para 600 comensales. Yo, por supuesto no participé de
ayudante, Le dije que lo que quería hacer era una monomanía paellera. Me contestó que no sólo a iba hacer, sino que
cobraría 15 pesetas por ración servida. Pues bien el esfuerzo principal fue
hecho por Ángeles, que desde la hora desde el mediodía hasta las 6 de la tarde,
lograron hacer 6 paellas de 100 raciones. Las paellas, según más tarde me
notificó Ángeles, se hicieron, pero solo
se cobraron las primeras 20 ó 30 raciones. Después creo que fue ¡pague el que
quiera y pueda¡ A la paella fue invitado Lois Dapena y señora, de Monforte de
Lemos y visto el panorama en el monte Aloia, me dijo que el no esperaba por la
ración de paella, intuyendo por experiencia propia, que iba a salir como el rosario de la Aurora. Poco después
Lois, la señora y yo, nos fuimos a Monçao (Portugal) a comer un riquísimo
bacalao, acompañado de vino Mateus Rosé
Sin embargo, a fuerza de ser sincero y justo, tengo que decir que Patiño
fue una persona, que con su carácter, personalidad y constancia, con sus
virtudes y defectos, supo llevar hacía
adelante durante muchos años la Agrupación micológica “A Zarrota”. Con su
entusiasmo y constante empuje y motivación,
fue el precursor de la micología popular en Galicia, fundando a lo largo y ancho de la geografía
galaica, un sinnúmero de agrupaciones micológicas. La mayoría de las cuales han
desaparecido.
Antes
de pasar a recapitular los recuerdos del presidente da la agrupación micológica
“A Zarrota”, y cerrar los acontecimientos del presidente saliente Antón,
recordar una anécdota muy jocosa. En una de las varias salidas hechas a la zona
de Monforte Lemos, con la agrupación de Vigo,
recalamos en la casa-iglesia de Sindrán (Lugo), donde ejercía como cura
el polifacético Leopoldo, personaje muy peculiar y formación humanística fuera
de serie. En dicha casa, un día que el bueno de Leopoldo estaba ausente, Patiño
iba a freír unas patatas y chorizos en una sartén. Para tal menester, se hizo
con una que estaba encima de la cocina de hierro. Patiño observó el utensilio
estaba con dos dedos de mugre, y le dijo a mi mujer Rosa: Agardame un pano para limpar a tixola. Entonces Rosa le entrego un trapo, y observándolo Antón le dijo: ¡déixao…..déixeo, xa non o preciso! Os
podéis imaginar como podía estar aquel trapo, púes con muchísimo más mugre que
la sartén, incluso estaba lleno de partículas areniscas de fregar los cacharros
con material arcilloso.
Al principio de mis salidas al monte recuerdo con toda viveza, la que hice
solo en el mes de mayo a San Vicente do Mar (Pontevedra). Al llegar al pueblo
aparque el coche fuera del arcén de la carretera, y acto seguido eche mano del
cesto, navaja y bastón y me introduje en el monte. Monte jalonado de
numerosísimos pinares (Pinus pinaster) por todos los sitios. Al ir cominando
por el monte, mis ojos no daban crédito a lo que estaba viendo. El suelo estaba
practicamente cubierto de cosas amarillas, como si de margaritas se trataran.
No, no eran margaritas amarillas, se trataban de miles de incipientes brotes de
Cantharellus cibarius. Era tanta la cantidad de hongos que si no tenias la
precaución de evitarlos, los pisaban facilmente. En ese momento de lo que estaba contemplando,
me vino a la memoria una conferencia en el auditorio de la Caja de Ahorros de Vigo, que
el monitor afirmó que en primavera no se daban los hongos, que la estación de
los hongos era el otoño. Craso error. Cuando llegué al siguiente día se lo comuniqué a Patiño, que por la manera de
fruncir el ceño, parecía que no daba mucho crédito a lo que le estaba
explicando. Pues bien, al siguiente
sábado reunimos al grupo micológico y nos desplazamos a San Vicente do Mar a recoger los hongos que tapizaba el
suelo del monte. Todos los componentes que íban el grupo quedaron asombrados,
incluído Antón Patiño. Asombrados o no, todos llenaron los cestos y algunos
recurrieron a las bolsas de plástico,
pues los cestos los llenaron a topo.
De las muchas salidas hecha a la sierra do Courel, recuerdo una hecha
en primavera, con mucha nostalgia.
Isabel, Patiño y yo, salimos de madrugada de Vigo, rumbo a Seoane por Quiroga
(Lugo). Como era muy temprano e íbamos sin desayunar, optamos por parar en La Cañiza donde pedimos sendos
bocadillos de jamón y café con leche para cada uno. Desde allí pusimos rumbo a
Seoane (Lugo). Una vez en Seoane, nos dirigimos hasta la aldea de Campelo y
orillando el coche al lado de abrevadero de ganado, cominando por un sendero
bastante llano, pero algo sinuoso y con pequeños altibajos, excepto los últimos
cuatrocientos metros que son bastantes empinados, llegamos hasta as Fontes do
Cervo, donde curiosamente entre la pared rocosa de montaña, salen dos
manantiales de agua, casi juntos. Un manantial brota agua ferruginosa y en el otro agua caliza. Para preparar un
pícni, escogimos una piedra de pizarra plana, poniéndola encima de una pequeña
fogata protegida, nos pusimos a asar chorizos y tocino veteado, que previamente
habíamos comprado en Seoane. Por cierto el tocino estaba salado a rabiar.
Después del exquisito preparado, retornamos por mismo camino hacia Campelo,
donde teníamos el coche aparcado. Al llegar a Seoane, como lo que habíamos
comido y la caminata dada nos abrió el apetito, en un restaurante de la aldea,
hicimos una merienda cena, a base de un exquisito potaje que tenían en la
cocina. Desde de Seoane do Courel, por o Alto do Boi, pusimos rumbo a nuestros
lares.
Después de Patiño fue nombrado presidente de la agrupación micológica A
Zarrota”, Jorge Santero de Membiela, cargo que ejerció durante 7 años. El
primer año de su cargo fue un año sabático para mí. Al segundo año de ser
presidente Jorge, me incorporé a la agrupación y le expliqué porque estuve un
año ausente. Le expuse que fue debido a las actitudes y aptitudes manipuladoras
de Patiño, que venía observado durante los últimos años de Antón como
presidente. Ante el temor que Jorge se dejará manipular por Antón, fue el
motivo principal de estar fuera de la agrupación durante un año. Sin embargo,
mis temores de que Jorge se dejara manipular, quedaron en saco roto. Jorge con
su fuerte personalidad, criterio y dotes de organización y mando, no se dejó
arrastrar por los comentarios que hacia Patiño. En una ocasión le endosó, tú
Antón me recomendaste para hacerme cargo de presidencia de la agrupación y, la
misma la manejó, bajo mi punto de vista, por saber, querer y poder.
Con Jorge, el mejor presidente a mi juicio, que tuvo la Agrupación micológica
“A ZarrotA”, empecé un nuevo ciclo dentro de la agrupación. En una Asamblea
ordinaria fui nombrado vocal de salidas y más tarde vocal de investigación.
Ambas funciones, sobre todo la de vocal de salidas fue una experiencia
motivadora, con sus pros y contras de algunos socios de la agrupación. La
verdad que fueron las motivaciones más de pros que de contras. Dentro del ciclo
de 7 años que tuve con Jorge, trataré de rememorar los hechos de mayor interés.
Cómo mi aficioné al estudio de los hongos superiores y porqué. Me
apasioné al estudio de los hongos, rememorando los hechos acaecidos cuando hice
el servicio militar en el aeródromo de Villafría en Burgos. El porque ya en
otro párrafo lo comente, y fue motivado por las discordancias que tuve en su
momento con la empresa.
Retomando el seguimiento con la agrupación micológica, comenzó un segundo
ciclo de mi pasión por el mundo fúngico. Tanto fue así, que creía que me iba
comer del mundo de los hongos, y fue todo lo contrario, los hongos me comieron
a mí.
Este segundo ciclo, lo tomé con un entusiasmo y una motivación que sirvió
para profundizar en el mundo fúngico. La agrupación en el mes de
enero-febrero-marzo, hacíamos asambleas anuales para dar cuenta a los socios,
tanto contables como de gestión. En ellas, se solían renovar algunos vocales, y
yo seguí siendo vocal de salidas.
Pues bien, lo tomé con tanto entusiasmo de gestión, responsabilidad y
utilidad hacia lo colectivo, que empezamos a programar salidas micológicas.
Hacíamos 3 salidas en primavera de un día, y otras tres de fines de semana a
diversos sitios; cada cual más interesante, por su masa arbórea y la cantidad
de setas que se encontraban, que nos servían de estudio y determinación, dentro
de lo que sabíamos, sobre sus géneros y especies de los hongos hallados.
Después de retomar la función de nuevo en la agrupación, como vocal de salidas,
organicé la primera salida de 1 día a la Curota, monte cercano por encina de Santa Eugenia
de Ribeira (A Coruña). Después de comer en el monte los bocatas que cada uno
llevaba, salimos a hacia la zona de Esteiro (A Coruña) a la búsqueda de hongos
sin suerte alguna. De Esteiro, nos dirigimos para Vigo, parando antes en el Pueblo de Briones, ya cerca de
Santiago de Compostela. En el restaurante que estaba al borde de la carretera,
pedimos churrasco para cenar. Mientras preparaban el churrasco, Tomé socio de
la “A Zarrota”, preparó Lactarius deliciosus encontrados en el monte de la Curota, que resultaron
válgase la redundancia: deliciosos.
Grupo de la Curota
Una de las primeras salidas siendo presidente Jorge,
fue la que hizo al robledal de Zobra, cerca de Vilatuxe 1 (Pontevedra). Ese robledal al
principio, lo había tomado por su extensión como una Fraga se tratara, pero era un robledal de
montaña muy tupido que difícilmente se
podía andar por él. La salida fue de ir y volver en el día a finales de la
estación primaveral. Pese que éramos un estimado número de socios, no tuvimos
suerte de encontrar lo que pretendíamos topar. Visto el poco éxito nos fuimos a
comer los bocatas cerca del pueblo de Zobra. Desde dicho lugar, el grupo setero
partimos para Vigo.
1 Vilatuxe estaba en la ruta
del camino de arrieros que iban a Santiago desde O Ribeiro, por lo que su
economía se basaba en los mercados, las posadas y la fabricación de quesos y
mantequillas.
Las salidas de un solo día la solíamos hacer a la zona del Incio, donde encontrábamos Boletus de diversa especies,
Cantharellus cibarius y de fríes, Ramarias de diferentes especies, y un
sinnúmero de otros de géneros y especies de hongos. En estas excursiones, cada
uno lleva su comida y bebida, y sobre el mediodía comíamos en donde podíamos,
compartiendo e impartiendo las viandas entre todos. Lo más grato de estas
salidas era que al anochecer, algunas veces nos acercábamos a casa Pepe, cerca
de Escairon (Lugo), asador restaurante a medio camino entre Monforte de Lemos y Chantada (Lugo). La
primera vez que fuimos éramos 18 compañeros. Todos comimos lo mismo: empanada,
truchas y pajaritos (Codornices), que más parecían por lo grande, a perdices y
de postre un “pijama” La empanada de carne exquisita por su excelente sabor;
las truchas y los pajaritos venían rociados con una salsa al ajillo y perejil
que le daba un toque insuperable. En cuanto al postre, se trababa de un plato
con piña, melocotón, helado, nata y barquillos de hojaldre, postre muy
digestivo. Por supuesto, todo eso
“rociado” con el excelente vino mencia.
Las innumerables salidas que hicimos pernoctando un día, fueron, la
mayoría, a Saa do Incio (Lugo), La Curota, Santa Eugenia de
Ribeira (A Coruña), Esteiro (A Coruña), Fraga de Vilatuxe (Lugo), Fraga de Catasós,
Lalín (Pontevedra, Monterroso (Lugo), Antas de Hulla, Freituxe, Herrería do
Incio. Cuando íbamos a Freituxe y Saa do Incio
casi siempre íbamos a cenar a cenar los pajaritos, en Casa Pepe en
Escairon (Lugo).
En cuanto a las salidas de dos días, yo como vocal y responsable de la
buena gestión que redundara en el grupo de socios, tanto en lo económico, como
en lo práctico. Para lograr esto, una semana antes me marchaba solo al lugar
donde íbamos a cenar y pernoctar, y en cada lugar elegido hacia las gestiones
para dormir y cenar con el mejor precio posible, que casi siempre era módico.
La primera salida de dos días, la hicimos a la sierra do Courel (Lugo). Para tal menester al llegar
a Quiroga (Lugo), entroncamos con la carretera que va a Seoane (Lugo) por o
alto do Boi, para hacer cuartel general en la aldea de Seoane, Recuerdo que
antes de cenar nos pusimos a determinar sobre una mesa los hongos recogidos por
los bosque. La cena fue a base de grelos, patatas, chorizo y lacón, otros
supongo que habría pedido otro tipo de cena. Antes de llegar Seoane, el equipo
formado por 18 socios comimos en el campo las viandas que cada uno llevaba para
su subsistencia. Al día siguiente, bastante temprano desayunamos en La Fontiña, restaurante en
que habíamos cenado pusimos rumbo a los bosques de castaños, sin haber
encontrado seta alguna. Al atardecer nos fuimos rumbo a casa, pero antes
paramos en casa Pepe en Escairon (Lugo), y como casi siempre a base de: empanada
de carne, truchas, pajaritos (codornices), y de postre llamado pijama, regado
con buen vino mencia de la ribera sacra.
Grupo en Moreda (Courel).
Recuerdo la segunda saluda que también hicimos a la sierra do Courel por
Puebla de Broullón (Lugo). Al mediodía comimos de bocatas, que cada un llevaba
al lado de un río, en un marco
idílicamente incomparable. Al anochecer llegamos a Seoana y metimos nuestros
enseres en cada habitación, que previamente se habían reservado. Terminando de acondicionar los bártulos
optamos por bajar al comedor de la pensión A
Fontiña y al poco rato empezamos a cenar. Esta se compuso a base de corzo que previamente había encargado el
día anterior desde Vigo. Una vez cenado y con su corresponde charla se
sobremesa, cada uno se retiró a las habitaciones de los distintas pensiones de
Seoane, pues el grupo se componía de 20-22 personas
Al siguiente día almorzamos muy temprano y nos fuimos a los bosques de
castaños, situados en las aldeas de Moreda y Parada do Courel a la búsqueda de
hongos. El recorrido entre los castaños fue sano y saludable, pero infructuosamente
en cuanto a la recogida de hongos. A la vuelta regresamos por la Herrería de Incio desde
Seoane. El recorrido fue horroroso, pues al poco de recorrerlo, nos encontramos
con un trozo de calzada en obras que estaban acondicionando. El trozo era puro
barro y mal compactado, y como quiera que había llovido bastante la estrada de
montaña estaba peligrosamente resbaladiza y los coches derrapaban de continúo.
Entre la Herrería
do Incio y Cruz do Incio nos tuvimos que detener a la orilla
de la carretera, pues el coche de Fernando Fernández “El Gran Capitán” olía a
gasolina. Desde el lugar de detención de los coches, por teléfono móvil pedimos
un coche grúa que lo trasladó a un taller de Monforte de Lemos.
Fraga de Rugueir en la sierra do Courel (Lugo
Mientras esperábamos la llegada del coche grúa, Gloria, Isabel y José
Luís “el Rizos”, se le ocurrió la idea asar castañas que cual había recogido
por Moreda y Parada. Como quiera que ya fuera de noche y no se viera para
recoger leña, arrancaron una pequeña cancela de un cobertizo que había en la
orilla de la carretera. Acto seguido le prendieron fuego y se pusieron a asar las dichosas
castañas. La repuesta de los tres artistas fue: lo hemos hecho para
entretenernos y calentarnos. A la hora y algo llegó el coche grúa que lo llevó
a un taller de Monforte. El mecánico inspeccionó la avería y dijo que era un
arreglo momentáneo, sin mayor importancia. La avería fue debida que el manguito
de gasolina tenía un poro y por allí perdía gasolina. Encintó el manguito, y
poco después pusimos rumbo a Casa Pepe y encargando la cena, hicimos una
exquisita cena y mejor sobremesa.
Otra grata salida fue la que hizo el grupo a la Zona de Montalegre-Vilar de
Perdizes (Portugal). En esta aldea me pidieron si podía dar una pequeña charla
de setas. La charla o conferencia si aquello que expuse sobre la pared, se
podía usar ese epíteto. La di en base de proyectar las diapositiva que en su
día le había regalado a Duarte, presidente de Aventura de Saúde de Braga
(Portugal), imágenes diapositivadas que solo la podía descifrar yo, por lo
pésima que eran.
Otra de las salidas que se hizo con el grupo micológico, fue a la zona de
La Gudiña,
Viana do Bolo, Montalegre y Vilar de Perdizes (Portugal). Salimos de Vigo muy
temprano y al llegar a La
Gudiña, empezamos a recorrer los bosques de pinos, situados
cerca del pueblo del mismo pueblo. Comimos en aquel lugar donde había un
merendero cubierto con mesas y bancos de madera. Una vez terminados de comer,
salimos rumbo a Viana do Bolo, lugar
jalonado por numerosos bosques que en aquella zona hay de castaños.
Empezamos a la búsqueda de hongos, con poca fortuna. Al atardecer cada cual
dejo el equipaje en las pensiones y nos fuimos al restaurante a cenar.
En restaurante antes de cenar, las compañeras prepararon un revuelto de
setas que habíamos encontrado entre los pinares de La Gudiña. Al poco rato empezamos a trincar un sabroso
cocido, que previamente había encargado desde Vigo. Después de la excelente
cena, acompañado por buen vino y mejor sobremesa, cada cual nos fuimos a dormir
a nuestras respectivas habitaciones. Al día siguiente muy temprano, después de
desayunar nos fuimos para Montalegre (Portugal) y nos metimos un bosque de
Pinus sylvestris. Recuerdo que llovía a todo meter y que cogimos una mojadura
de órdago a la grande, mereció la pena porque llenamos los cestos de
Cantharellus tubaeformis y Tricholona portentosum.
De todo el grupo, solo nos quedamos siete compañeros y el resto se
marcharon para Vigo. Mojados como pitos, pero calientes de espíritu. Salimos
rumbo a Vilar de Perdizes (Portugal) a cenar. Para ello, nos dirigimos al
restaurante O´Paço y no más asomar las narices por la puerta del comedor, observé
para la mesa donde estaban cenando los dueños y unos amigos suyos, y la vista
se dirigió hacía unas fuentes llenas de cocido. El cocido tenía un aspecto
imponente, pues la carne de cerdo sonrosada y los variados chorizos, las
patatas y la verdura incitaban al grupo optamos por pedir cocido, el cocido
montañés que tan rico resultó al comerlo, todo regado por ocho botellas de
Mateus Rosé, bien frías. Antes del cocido, Ángeles y José Luís “El rizos”, con
permiso de la dueña del local, prepararon una exquisito revuelto de setas, a
base Cantharellus tubaeformis y Tricholona portentosum. En la sobremesa, El
rizos me pregunto: Alfonso, a ti no te
sabe a vainilla el Cantharellus tubaeformis, le conteste: a mi no, el hongo a que te refieres posee un
olor ligeramente afrutado, y sabor
nulo. Al siguiente año, Ángeles me confesó que haciéndose el revuelto, el “Rizos”
metió la mano en una caja de cartón en la creencia de que se trataba pimienta,
y resultó que lo que tenía dentro la caja, era vainilla. Cosas de la euforia y
el alcohol.
Otra salida memorable, fue la que se hizo de nuevo a la sierra do Courel.
La salida del grupo fue de dos días. El primer día comimos de bocatas, y de
noche cenamos y dormimos en Seoane (Lugo). Al siguiente día temprano, salimos
para la aldea de Romeor 1 (Lugo) y desde allí, el grupo se dirigió a
un hermoso monte de Pinus sylvestris, accediendo al mismo por diversos lugares.
Después de recorrer parte de aquella imponente plantación de coníferas, los
compañeros empezaron a bajar a pueblo. Casi todos traían alguna que otra seta,
pero el más afortunado fue el presiente que en un cesto venía con 12 ejemplares
de Boletus foscuruber, excelente comestible de hongo de carne blanca. En el
mismo sitio, volvimos a comer de bocatas y cogimos la ruta por La Seara, Quiroga, Orense y
Vigo. Antes nos paramos en Mesón Pepe de Escairon a cenar.
1 El
pueblo de Romeor, ubicado a diez
kilómetros de Semana, en un lugar de incalculable belleza ecológica, por
presentar algunas construcciones de esquinas redondeadas, de O Cebrerio.
Antes de dar por finalizado los servicios prestados como vocal de
salidas, siendo presidente Jorge, quiero resaltar una salida, que en petit
comité, hicimos a la sierra de los Ancares. El grupo éramos Jorge, Manolo,
Jaime y yo. 2 La salida fue de un día en la estación
primaveral. Salimos muy temprano desde Vigo hacia Becerreá, y por Navia de
Suarna (Lugo), nos presentamos pronto en Campo da Braña. Cercano a Campo da
Braña, dejamos el coche y nos encaminamos a pie hacía la imponente fraga de
Cabana Bella. Comimos en un cobertizo de pastores, y después de comer empezamos
a subir una impresionante cuesta, que nos costó dios y ayuda llegar al coche.
Antes de llegar nuestros lares, en un restaurante de Chantada (Lugo) cenamos
una opípara cena.
2 La sierra de los Ancares es
una sierra situada en el extremo
noroeste de la provincia de León y en la parte oriental de la provincia de
Lugo. Es un espacio natural protegido y en 2006 fue declarada Reserva de la Biosfera, por laUnesco.
Por la sierra de los Ancares, camino de cabana Vella
de derecha a izquierda: Jorge, Jaime, Manolo y Alfonso.
Una salida muy grata, fue la que
realizamos a zona de San Andrés de Teixido 1, “O
que non vai morto, vai vivir”.
De Vigo salimos rumbo a Cedeira. Primero salió un grupo y poco después el resto
de los compañeros, este último recaló en Fene para contactar con Mocho Pato,
socio de la agrupación micológica “Viriato”, para vernos al día siguiente en
San Andrés de Teixido. Una vez puestos de acuerdo con
Patot, pusimos rumbo a Cedeira, donde pernoctamos y cenamos. Al siguiente día
muy temprano, después de desayunar, nos reunimos con Moncho Pato y Carmen cerca
de San Andrés de Teixido. Acto seguido nos guió a la sierra da Cepelada 2, donde penetramos en extenso
bosque de pinos, casi todo de Pinus pinaster y alguna pequeñas áreas de Pinus radiata. Todo el grupo llenó los cestos de
Lactarius quieticolor, que los paisanos vendían en cajas de fruta, como
Lactarios deliciosus. Al acabar de peinar algo del pinar, el grupo se fue a
comer a un delicioso parque forestal, compartiendo e impartiendo entre todas
las viandas y buen vino que cada uno llevaba. Al terminar la copiosa comida,
fuimos a visitar el pueblo de San Andrés de Teixido y tomar uso cafés y
correspondiente chupito. Cumplida la jornada en la zona a rumbo a Vigo, pues
teníamos 220 kilómetros de carretera.
1 San Andrés de Texido es una
aldea de la parroquia de Régoa, en el este del municipio de Cedeira, en la
sierra da Capelada, cerca de los
acantilados sobre el mar. En este lugar se encuentra el santuario del mismo
nombre, famoso lugar de peregrinación.
2 La
Capelada es una sierra en el norte de la provincia de A
Coruña, que pertenece a los ayuntamientos de Cedeira, Cariño y Ortigueira. Allí se encuentra unos de los
acantilados más altos d Europa, junto a los de cabo Enninberg, Croaghaum,
Preikestolen y Cabo Girâo.
Otro día nos fuimos con el grupo micológico la Ruta da Fraga de San Juan de
río 1. La salida fue en primavera de un solo día y
salimos de Vigo bastante temprano. El grupo se componía de 18 socios y
simpatizantes de la “A Zarrota” y salimos rumbo a San Juan de Río (Orense).
Bajando del alto de Cerdeira hacia Puebla de Trives, un kilómetro, más o menos,
nos encontramos con un área llena de miliarios romanos. Pues bien, en ese lugar
entroncamos con la carretera que va a
Sanjuán del Río. Aproximadamente a 2 kilómetros existe una pequeña aldea, que
saliendo de la carretera general y torciendo a la derecha por una camino
vecinal, nos conducirá a la Ruta
da Fraga. Dejamos los coches en la aldea y el grupo en su totalidad, se metió
en la monumental Fraga toda ella jalonada por castaños centenario y robles en
cantidad. Mucho castaño y robles, y pobre de hongos. Se ve que en ese momento
todavía no había eclosionado, Excepto alguna que otra Ramaria formosa, todavía
muy pequeña.
Dentro del bosque le dije a Jorge: observa a ese elemento, trae consigo
un cubo nuevo basura de plástico para meter las setas, se debe de creer que lo
va a llenar hasta el borde. De hongos ni tan siquiera se estreno “el almacén”,
pero como al poco rato se puso a llover, le sirvió
para cubrirse la cabeza. Al no tener éxito alguno en el bosque, nos marchamos a
visitar un a área de naturaza que había por aquel entorno. La anécdota del
día, aparte del recipiente de plástico estuvo en la hora de la comida. Una vez
visto el aula, nos dirigimos a un restaurante del pueblo de Sanjuán del Río, a
comer. Ya en comedor, la mayoría de los compañeros ante mi asombro, quitaron de
sendas empanadas: de carne, chipirones, xoubas, chocos y zamburiñas. Yo por no
ser menos, aporté mi empanada de bacalao con pasas. Al atardecer pusimos rumbo
a Vigo.
1 dicen de ella que es una de las más interesantes rutas a nivel paisajista de
Galicia, puede ser, pero lo que es cierto es que, si os gustan los bosques de
castaños, el otoño o el frío de invierno, ésta es vuestra ruta, pues aquí se
reúnen todos los ingredientes para hacer
de ella un paisaje perfecto como de cuento de hadas.
Otra salida interesante fue la que
se organizó un fin de semana a la zona de Puebla de Trives. Como siempre el
grupo salió de Vigo, rumbo a Puebla de Trives, donde pernoctamos para dormir y
cenar. Por el camino paramos aquí y acullá en bosques de castaños, robles y
coníferas, con objeto de encontrar setas. Más tarde a llegar al pueblo metimos
los bártulos en las habitaciones, bajamos y nos pusimos a cenar un
pantagruélico cocido gallego, encargado previamente por Ton, hermano de Jorge.
Al siguiente día, después de desayunar, se hicieron 4 grupos con la gente del
pueblo, y nos repartimos por las zonas de Trives. El grumo que me tocó a mí,
nos fuimos por los bosques de Sanjuán de Rió y una vez finalizado nos volvimos
a Trives. Jorge impartió una conferencia sobre los hongos. Una vez finalizada
la conferencia, nos pusimos manos a la obra, quitando las setas que venían en
sacos cerrados machacadas y apelmazadas. Con suma paciencia y rumiando para sí,
escogimos las más enteras para organizar una exposición en local del pueblo.
Comimos en el pueblo, y por la tarde proseguimos preparando la exposición, que
creo duró un par de días al publico. Antes de anochecer, pusimos rumbo a Vigo.
Al siguiente año, volvimos de nuevo a Puebla de Trives, está vez en petit comité. Se hizo está salida
de dos día, pernoctando de de nuevo en el mismo lugar para dormir. Antes de ir
a dormir, nos fuimos a cenar a un restaurante cercano a Puebla de Trives,
situado en la carretera de Trives Chandrexa de Queixa. En dicho restaurante el
magnífico cocinero José Luís Tomé, preparó para cerca de 80 comensales cinco platos
de setas diversas. A parte de los hongos (eran pequeñas raciones de
degustación), el chef del restaurante preparó un cocido de órdago a la agrande.
Recuerdo que era una noche friísima, y con la euforia de la extraordinaria cena
que estábamos ingiriendo, alguien grito: “morrer,
morreremos, pero fartos e quentes”.
Al día siguiente y después de desayunar, nos fuimos a la búsqueda de
setas con los compañeros del pueblo por los bosques de su alrededor. Sobre las
12 del mediodía, José Luís impartió una charla de mico gastronomía en un local
del pueblo de Trives. Finalizado el acto, nos fuimos a comer a casa del Hermano
de Ton, quién su señora nos obsequió con una excelente comida montañesa.
Aquí finalizo las acontecimientos que realice con el presidenta Jorge
Santoro de Membiela, y doy comienzo
con el presidente que sucedió a Jorge en la Agrupación micológica
“A Zarrota”
José Luís Tomé, fue el presidente que sucedió a
Jorge de la Agrupación
micológica “A Zarrota”. Si la memoria no me falla, creo que estuvo 5 ó 6 años
de mandato. Con él seguí de vocal de salidas, que mayormente se hicieron a Cruz
de Incio, Herrería de Incio, Saa de Incio y Freituxe (Lugo). Fue un buen
presidente, pero no tenía el empaque del presidente Jorge, y la solaridad con
el grupo de salidas.
Tenía la fea costumbre de tan pronto llegábamos al monte, abría la puerta de mi coche y se
lanzaba al bosque en busca de setas, como un oso pardo. En una de las salidas
al Incio, en concreto a la aldea de Saa de Incio, al llegar al primer escalón
del mismo, saltó del coche como un gamo dejando a todos al pairo. Se fue monte
arriba a por Cantharellus cibarius, donde yo le indiqué que posiblemente
hallase los cibarius. Entonces, ante la actitud presidente, le dije a Nuria…
sigue Tomé, que con toda probabilidad encontréis las cantarelas. A la vuelta
ambos vinieron con los cestos llenos de setas. En un lapsus Tome me espetó:
porqué le había mandado a Nuria que le siguiese. Le contesté, por encima de ir
acompañado de una real moza, todavía me llamas al orden.
En aquel momento, mi di cuenta de lo egoísta que era, pues todo lo quería
para él, y eso que presumía de anarcosindicalista. La zona de Saa de Incio,
jalonada toda ella por frondosos bosques de castaños (Satanea sativa), excepto
hacía la parte alta que los bosques eran (Pinus silvestres). La zona la
dividíamos en escalones o niveles, nivel 1, 2, 3, 4 y 5, en todos ellos
solíamos encontrar cantarelas, Boletus y Russulas comestibles.
Normalmente, una vez recorrido uno o dos niveles, nos íbamos a comer a un paradisíaco merendero con
arboleda, mesas y bancos, al lado del río Cabe. En el río cabe que nace en el
Incio, sus aguas discurren muy frías y límpidas, y solíamos poner las botellas
del vino sumergidas en el río. Después de comer nos íbamos a recorrer el resto
de los niveles, incluyendo los pinares de la parte alta de la zona. Del lugar
de Saa do Incio, regresábamos a casa. De vez en cuándo parábamos en Mesón Pepe,
a cenar lo de siempre: empanada, truchas y pajaritos a la brasa y buen vino de la
ribera sacra.
Grupo en el merendero de Saa de Incio
Otra salida bastante interesante, fue la que hizo el grupo de socios a
Las Médulas en la provincia de Zamora. Yo salí de Vigo el viernes para Guitiriz
(Lugo), donde me comprometí de hacer de instructor para el reconocimiento de
los hongos que recogimos alrededor de un bosque de coníferas. En ese bosque
existía un centro de recreo de natureza, con su correspondiente nave cubierta.
En la misma, empecé a clasificar los hongos recogidos que se separaron, unos para
cocinar y otros para exponerlos sobre una mesa. Allí mismo, un cocinero
profesional nos preparó una exquisita paella y otros majares que el grupo traía
para comer. Una vez terminado en Guitiriz, puse rumbo hacía la aldea de
Labrada, cene y pernoctar en el Mesón
del Lor.
Al poco rato de desayunar llegó el grupo de socios, que habían salido
temprano de Vigo. Acto seguido nos fuimos para Las Médulas (Zamora). Al estar
ceca del pueblo, se me dio por pregunta se alguien traía pan y como nadie traía,
nos vimos obligados a comprarlo en un pueblo antes de Las Médulas, en una
panadería que tampoco tenía pan fresco. Sin embargo, la panadera nos ofreció
unas barras hechas de varios días atrás, que nos la metió en el horno para
ponerlas tiernas, a todo esto no nos cobraron nada. La anécdota viene a la hora
de empezar a comer de campo y al querer cortar las barras de pan , de duras que
estaban no nos fue posible hacerlo. Menos mal que en pueblo en unos bares
pudimos hacernos con algo de mollete. Al finalizar la comida y la grata
estancia por los bosques de castaños de la zona, regresamos a nuestros lares.
Como nuevo presidente de la Agrupación micológica
“A Zarrota” que sucedió a José Luís Tomé, fue elegida Camino Gezael, que apenas sustentó el cargo algo menos de año
y medio.
Con la nueva presidenta continuamos las salidas de grupo, mayormente a la
zona do Incio concretamente a la aldea
de Saa do Incio 1 y, sobre todo, a diversas zonas de la
provincia de Pontevedra. La salida más interesante que hicimos con el grupo de
socios, fue a Santo Tirso de Cabarcos (León). Nuestra intención era encontrar
Calocybes gambosas, pues por los prados de montaña y la alcalinidad del
terreno, teníamos la esperanza de poderlas encontrar. No fue así, no
encontramos una sola Calocybe gambosa y si una Calvatia utriformes. Recorrido
los prados, y bastante cansados y hambrunos, nos fuimos a un área destartalada
de descanso cercana a Santo Tirso, a matar el gusanillo. Después salimos rumbo
para Vigo. Lo que no recuerdo fue si al anochecer cenamos en Mesón Pepe, en
Escairon.
Calvatia utriformis
1 Saa do Incio es un aldea de la Parroquia de San Pedro
do Incio, no concello lugués do Incio. Está situada a 560 metros de altitud,
anexa a San Pedro.
A la presidenta Camino Gezael, le sucedió Lorena de Cascallar como 6º
presidente de la Agrupación,
cargo que aún ostenta en el año 2020, pero de forma informal. Con su
nombramiento empecé a retomar las salidas de grupos de socios y simpatizantes,
por varias zonas de la
Comunidad gallega.
Una de las salidas que más tengo graba en el cerebro, fue la que se hizo
a la sierra do Courel 1, empezando por Seoane
(Lugo) y finalizando por Gestoso (León). Por la zona de Seoane, el primer día
recorrimos los diversos bosques de castaños por las aldeas de Moreda y Parada
do Courel. Al anochecer nos fuimos de nuevo para Seoane donde cenamos en a
Fontiña y dormimos en diversas pensiones del pueblo. Al día siguiente, después
desayunar, el grupo compuesto de 20-22 personas, partimos hacia Gestoso (León)
pequeña aldea ubicada entre los montes de León, al este de la sierra del
Caurel. (Lugo).
Alrededor de Gestoso se halla un mato enorme de castaños (Castanea
sativa). Este bosque fue descubierto en una ocasión por Fernando “El francés” y
Angelines, en una de las salidas que hicieron a la aventura. Dado la belleza y
cantidad de castaños existente, lo bautizó como “La catedral”.
Todo el grupo lleno los cestos de boletos de carne blanca. Al principio
empezamos a cortar boletos algo desarrollados y pasados, pero a medida que
avanzamos por castañal empezaron
aparecer más boletos, buenos pequeños y sanos. Para poderlos meter en
los cestos, tuvimos que aprovechar los mejores que llevábamos. Fue tanta la
eclosión de boletos que en algunos casos se pisaban. Sin exagerar, creo que
cada setero llevaba 8-10 kilogramos de boletos. En los bosques de castaños
tuvimos la suerte de hallar los 4 grandes boletos: Boletus edulis, Boletus reticulatus, Boletus pinicola y Boletus aéreus.
La compañera Ángeles con el peso que tenía en el cesto que llevaba, se le
rompió el asa. Le tuve que dejar otro cesto para poder llevarlos para su casa.
Después de la gran cosecha de hongos, comimos al borde de un camino sendos
bocatas. Más tarde pusimos rumbo hacia la provincia de Orense, donde en Oulego
paramos a merendar en un hermoso merendero, con bancos y mesas. De allí nos
fuimos para nuestros lares, por la carretera del Barco de Valdeorras, Quiroga,
Monforte de Lemos, Orense y Vigo.
1 La sierra do Courel es una cordillera montañosa
situada en el SE de la provincia de Lugo, en la comunidad autónoma de Galicia
que se extiende por los municipios de la Comarca do Courel: Folgoso do Courel, en su mayor
parte, Quiroga y Piedrafita do Cebreiro.
Otra salida muy interesante, fue la primera que hicimos a Lago Sanabria
(Zamora). Quince días antes fui personalmente a Lago Sanabria, con objeto de
concertar precios para dormir y cenar. Antes de llegar a la pensión y al restaurante, recorrimos los
hermosos bosques de robles que existen por la zona, donde prácticamente no
encontramos setas. Lago de Sanabria se halla a más o menos 1000 de altitud y
coincidió que la salida fue en el mes de septiembre. En ese mes y la altitud
del terreno suele haber bastante frío, y las bajas temperaturas son un enemigo
de cuidado, para la salida de hongos.
Una vez salidos de los bosques, nos encaminamos al pueblo de Lago de
Sanabria, donde hicimos cuarte general para cenar y dormir. Previamente como
señalé más arriba, concerté los precios de dormir y cenar, el primero en 18
euros; y el segundo, en 12 euros. Antes de cenar y el comedor del restaurante
di a los compañeros una pequeña disertación sobre los hongos de la madera. Al
finalizar la charla, nos sentamos en las mesas y el dueño y cocinero del
restaurante, nos dijo: tenemos pollo al ajillo, caldeirada de cordero y
ensalada. Yo le contesté le había encargado caldeirada de Cordero, ensalada
mixta, postre, café y chupitos. El inocente de Valeiras le dijo que quería
pollo al ajillo y ensalada mixta. Entonces le dije a Valeiras, tanto si cenas
pollo al ajillo y la ensalada mixta, vas a pagar lo mismo, esto es 12 euros por
cada uno. Entonces dijo ¡ah¡…, si es así, prefiero el cordero.
Mientras estábamos cenando, siempre suele salir algún augur. En este caso
concreto eran Gerardo y Egusquiza, se manifestaron que la cena para la noche
era muy fuerte. Yo me qué mirándoles y les dije: por la forma de hacer
barquitos rebañando el plato, parece todo lo contrario. Si os parece que la
cena ha sido muy fuerte y pesada, os podéis ir al pueblo mas próximo que se
encuentra a 10 kilómetros a pie, y si os venías andando serán 20. Mi
recomendación no la pusieron en práctica, no solo por la distancia, sino por el frío que hacia y mejor era meterse entre sábanas. Al
día siguiente desayunamos y nos fuimos a recorrer los bosques a la
búsqueda de hongos. No se nos dio bien, y a las 4 horas de patear bosques de
robles, no fuimos a comer a una área de descanso, cerca de Puebla de Sanabria.
Al atardecer nos marchamos rumbo a Vigo.
Al año siguiente se volvió a organizar otra salida al Lago Sanabria, pero
esta vez la organizó Lorena con Gerardo. Yo ante los comentarios que hicieron
en la salida precedente, me mantuve al pairo. Se pernoctó en la misma pensión
para dormir, pero no se cenó en el mismo restaurante de la vez anterior. La
cena resultó un menú para galeotes, pues apenas había vajilla para echar la
comida.
Como la pensión no tenía restaurante, se tuvo que condimentar todo en la
plancha de la cocina. Bueno, aquello salió como el rosario de la aurora. Las
truchas casi crudas e insípidas y las verduras más de lo mismo, a punto de
tirarlas a un recipiente de basuras. Para más mortificación, se pagó este
“menú” al precio de 12 euros por persona, ¡al mismo precio de la anterior
salida, pero de calidad¡
Pues bien en la primera salida, algunos augures pusieron objeciones por
la excelente cena, sin embargo, por esa cena nadie dijo ni esta boca es mía.
Menos mal que la cena no fue organizado por mí. Nadie dijo ni pió, se callaron
como “putas” porque la organizaron otros, y por no reconocer lo mal que lo
resultó, no hicieron un solo reproche. Si embargo, yo no me callé, les dije que
hiciesen una comparación de cenas, y más de lo mismo, me dieron la repuesta por
callada.
A la sierra de los Ancares 1 hicimos una salida de fin de semana, con
grupo micológico de Vigo. Salimos un sábado de madrugada e hicimos estancia
Campo da Braña para pernocta y cenar. Antes nos fuimos a dar una vuelta por la Fraga de Cabana Vella 2, visitando los bosques de acebos, robles y
otra variada masa arbórea y arbustiva existente en aquella imponente Fraga. A la vuelta comimos
en un restaurante en Campo da Braña, y después proseguimos visitando bosques,
esta vez de Castaños. A los anocheceres muy cansados y contentos, nos aseamos y
cenando un buen menú, y después cada cual se trasladó a su respectiva
habitación.
Fraga de Cabana vella, en de los Ancares
Al día siguiente después de de desayunar, esperamos un buen rato por unos
compañeros que habían dormido en Doiras (Lugo). Una vez reunido todo el grupo,
pusimos rumbo a la aldea del Piornedo 3,
aldea que se encuentra en el límite de la provincia de León. El grupo visitó
por fuera y por dentro las pallozas del lugar. Mientras tanto, como yo ya
conocía todo los pormenores de la aldea del Piornedo, atravesé el límite de las
provincias y me dirigí al un frondoso bosque de robles (Quercus humiles),
cercano Suarbo l (León). Después de visitar Piornedo, nos
fuimos a comer los bocatas a la
Fraga de Donis. En dicho lugar tuvimos la suerte de encontrar
varios tipos de Cantharellus y raros Lactarius. Como estábamos a 270 kilómetros
de Vigo, salimos pronto para nuestra ciudad.
1 La sierra de los Ancares está situada
en el noroeste de la provincia de León y en la parte más oriental de la
provincia de Lugo. Es un espacio natural protegido y en 2006 fue declarada
Reserva de la Biosfera
de Lugo.
2 El Bosque de Cabana Vella tiene mucho en
común con la Devesa
da Rogueira, pues presenta una elevada variación en las condiciones ecológicas
y al recorrerla podemos observar la transición entre diferentes tipos de bosque
autóctono.
Uno de los aspectos que
más destaca en relación a otros bosques de Ancares y Courel es la presencia de
un acebal, donde el acebo, Ilex aquifolium, es la especie dominante.
Este tipo de formación es poco frecuente, siendo más habitual ver al acebo
mezclado con otras especies. Todas son de gran interés ecológico, ya que igual
que en el caso de las hayas, la producción de frutos de este tipo de bosque es
capaz de mantener una elevada biodiversidad.
En la parte baja es donde el visitante podrá localizar acebal. Destacan los acebos viejos de gran porte, difíciles de observar en otros lugares. El acebo es una especie con follaje muy denso y se puede percibir la baja diversidad de herbáceas que se desarrolla bajo el mismo. Algunas de esas especies coinciden con las que describimos en esta guía en el punto referente al Hayedo de Liñares y están adaptadas a crecer en medios sombríos, como la berza de perro (Mercurialis perennis). En las mismas zonas bajas es donde son más abundantes los tejos (Taxus baccata) una especie que tiene, en los bosques de la serra de Ancares y Courel, su límite de distribución.
Recomendamos al visitante reparar en los robles (Quercus
robur) o robles albares (Quercus petraea) de este bosque. En la zona
es dominante el híbrido de ambos denominado Quercus rosacea. Se trata de
un robledal que crece sobre sustratos silíceos, y que tiene aquí una de sus
mejores representaciones.
3 El Piornedo es una pequeña aldea de la sierra de
los Ancares, a 1.100 metros de altitud. Forma parte de la parroquia de Doniz
(San Fiz) municipio de Cervantes, en la comarca de los Ancares, en la provincia
de Lugo. La aldea de Piornedo se sitúa en lo alto de un valle que se abre hacia
el oeste, lo recorre el arroyo Veiga
Cimeira que vierte sus aguas en el río Ser.
Otra de las numerosas salidas que se hicieron a la sierra do Courel, fue
para visitar a Lagoa de lucenza 1. Al
llegar a Seoane nos dirigimos a la aldea de Campelo, donde aparcamos los coches
al lado de un abrevadero de ganado.
Desde ese lugar, y a pie por un
sendero de montaña relativamente fácil, no
exento de altibajos del terreno, siendo lo más dificultoso, los últimos
metros hasta as Fontes do Cervo. En dicho lugar
repusimos algo de fuerzas y llenamos las botellas de agua fresquísima,
que brotaba de un manantial rocoso. Acto
seguido nos encaminamos a Lagoa lucenza, por un camino semidifultoso hasta
avistar desde un alto, la Lagoa Lucenza.
Algunos bajamos a la misma que estaba totalmente sin líquido acuso.
Desde aquella perspectiva se divisan los picos de Pía Páxaro y el
Formigueiros. Visto la famosa laguna, retrocedimos hasta donde teníamos los
coches y sentados al borde del muro de cierre del abrevadero, nos pusimos a
devorar la comida, pues la caminata de ida y vuelta nos hizo entrar un apetito
voraz. Como habíamos salido muy temprano de Vigo y, por ende era verano, nos
dio suficiente tiempo para ir y volver.
1 Situada sobre los 1.420 m. de altura en
la cara sur del Formigueiros y a unos 2,5 km. de la aldea de A Seara (Quiroga). Laguna de origen glaciar
de unos 72 m. de diámetro, con más de 16.000 años de antigüedad. Dicen los
expertos que el glaciar pudo llegar a tener más de 6 Km. de longitud unos 200
m. de ancho.
Salida
primaveral a Soajo por Lamas de Mouro (Portugal), Salimos de Vigo con un día
seminublado, pero al llegar a Lamas de Mouro cuya altitud es 870 metros, se
puso a llover y con frío bastante desagradable. Por dicho motivo no pudimos
comer en el parque forestal. Dado el pésimo tiempo, no tuvimos que meternos en
un restaurante rodeado de abedules. Allí
hicimos nuestra comida alrededor de una chimenea que amablemente encendieron
ayudándonos a calentarnos. Por cierto, Dioni socio de La Zarrota dispuso de unos
chorizos que asó en la brasa y repartió entre el grupo de la salida. Después de
comer, como empezaba a escampar, marchamos por la Peneda hacia Soajo. La zona
de Soajo donde está el área recreativa y cultural, es un bosque preferentemente de abedules, carpinus,
pinos, castaños y hayas. Antes de emprender la salida desde Lamas de Mouro, el
compañero Dioni, empezó a porfiar porque queríamos ir a los bosques de Soajo,
pues estaba algo lejos y no íbamos a encontrar nada.
Al llegar al bosque nos esparcimos por el
mismo, y a las dos o tres horas, empezó a regresar el grupo con cara risueña,
pues todos venían con el cesto lleno de Cantharellus cibarius. Dio la
casualidad que el que más setas traían, era el que más se oponía a la salida
del citado bosque. Pues bien, una vez llenado el cesto, no hizo comentario
alguno, ni se acordó de la oposición que había hecho unas horas antes. De a
allí regresaos a nuestros domicilios en Vigo.
Grupo setero en los bosques de Soajo (Portugal)
Escapatoria
de un fin de semana a la sierra do Invernadeiro 1 (Orense), salida de sumo interés del grupo micológico
de Vigo. Salimos un sábado del sanatorio Concheiro, en la plaza de España,
sobre las diez de la mañana rumbo a Verín, donde pernoctamos y cenamos. Antes
nos habíamos detenido en algún que otro bosque con objeto de encontrar setas.
Algunos Cantharellus y Lactarias
habíamos hallado. Sobre las dos del mediodía nos detuvimos a comer en un área
de recreo. Al atardecer llegamos a Verín y depositando nuestros enseres en la
habitación de cada uno, bajamos a dar unas vueltas para hacer tiempo para la
cena Hicimos una cena muy buena a base de cordero asado al horno. Ramón el
diacono, casi se tomó de cena un salmón entero cocido. Al día siguiente nos
fuimos a la sierra, visita que previamente hay que pedir permiso para entrar en
parte de ella. Recorrimos algo de la inmensa sierra y sobre las dos y media del
mediodía, nos pusimos en un galpón dentro del Invernadeiro, todo el grupo a degustar lo que habíamos
llevado. Después de comer todavía deambulamos por el fantástico bosque. Para
visitar el bosque centenario de robles no teníamos permiso para verlo. Esa zona
requiere un permiso especial que solo se lo da a personas escogidas.
1 El Parque natural de Invernadero es un espacio natural
protegido español situado en los montes del municipio de Vilarino de Conso,
provincia de Orense, comunidad autónoma de Galicia. Tiene una superficie de
5722 hectáreas. En el Invernadeiro, o existen asentamientos humanos dentro de los
límites de O Invernadeiro. Todo es naturaleza. Su historia viene de antiguo,
siempre como propiedad no dividida desde la Edad Media, dedicada
por aquel entonces al pastoreo y a la caza. A mediados del siglo pasado se
convirtió en una zona autorizada de repoblaciones forestales hasta que en el
año 1981 sufrió un incendio y cambió su destino. De las cenizas renació con una
apuesta por la recuperación ambiental que se consolidó definitivamente en el
verano de 1997 con su declaración como Parque Natural. En la actualidad es una
de las mejores aulas de la naturaleza de la comunidad para conocer con
intensidad la vida del Macizo Central ourensano. Las viejas montañas galaicas,
que superan en los límites del Parque los 1.500 metros de altitud, combinan el
encanto agreste de la roca con la suavidad de los grandes volúmenes
redondeados. Son las sierras propicias para acoger gran parte de la vida salvaje
representada principalmente por el lobo y sus presas corzo y jabalí. Los ríos,
igual que en tiempos primitivos los glaciares, viven en este espacio el gran
momento de la montaña. Los cauces gemelos Ribeira Grande y Ribeira Pequena
ponen el ritmo fluvial.
La
segunda salida que hicimos a la comarca de Cabarcos, fue con la esperanza de
hallar las exquisitas Morchellas, entre los extensos bosques de chopos, tanto
por el lado de Léon, como por el lado de la provincia de Orense. Como siempre
salimos de Vigo un sábado con un hermoso día primaveral camino de Santo Tirso
de Cabarcos (León). Antes de comer, nos metimos por la masa arbórea de chopos
en busca de las sabrosas colmenillas, y aunque éramos un grupo numeroso no
fuimos capaces de hallar ninguna colmenilla (Morchella). Ante el “éxito”
obtenido, la caminata entre las choperas que te tronzan las piernas, nos
produjo un apetito descomunal. Decidimos ir a comer a Sobrado.
La
comida la hicimos en el pueblo al lado de un lavadero cubierto, nos sentamos en
los muretes del lavadero y allí devoramos parte de la comida que cada uno
llevaba. Recuerdo que José Luís “El rizos” llevaba alitas de pollo crudas y no
tuvo más remedio que contactar con un vecino cercano donde nosotros estábamos
comiendo. El vecino amablemente le dijo que las podía freír en su casa. Ni
corto ni perezoso, cogió las dichosas alas, se las fríos y se las comió en el
comedor de la casa del vecino. Son de las muchas “caralladas” que tiene el
chistoso del “Rizos”.
Después
de comer proseguimos por las choperas cercanas a Sobrado a la búsqueda de
hongos, tampoco sin fortuna. Al atardecer y antes de llegar Santo Tirso de
Cabarcos, observamos desde las ventanillas del coche un lugar hermoso y
frondoso al lado de un río de aguas límpidas y cantarinas, con su
correspondiente merendero, con mesas y bancos de madera. Allí merendamos, y
para hacer la digestión dimos unas vueltas por el lugar donde encontramos media
docena de Calocybes gambosas y dos Verpas bohemicas. De aquel lugar, pusimos
rumbo para Vigo, pues estábamos a 268 kilómetros de distancia.
Calocybe gambosa
Verpa bohemica
Otra
salida para guardar en la memoria histórica, fue la que se hizo a la zona de
Xuno, Santa Eugenia de Ribeira (A Coruña), a por Chantharellus lutescens.
Después de recorrer los bosques de Pinus pinaster de Xuno, no logramos
encontrar hongos de ninguna especie, optamos por ir a comer a un merendero
cercano a la dunas de Corrubedo. Angelines la mujer de Fernando “el francés”,
había preparado en la víspera un hermoso gallo campero estofado. Recuerdo que
el día estaba desapacible y muy frío. Menos mal que Angelines fue muy previsora
y trajo una cocinita a gas butano y
calentamos el gallo en una olla. Con gallo campero, pan y vino, también
se hace camino. Antes de emprender la vuelta para Vigo, nos fuimos al pueblo de
corrubedo a tomar unos cafés y chupitos varios.
Otra de
las salidas, para mí muy impactante, fue la que hicimos de un solo día a la
zona de San Clodio-Quiroga. La ruta la empezamos por los pequeños bosques que
existen por los alrededores del antiguo poblado pertenecientes a la presa de
Sequeiros, donde principiamos a la recogida de hermosísimos Cantharellus
cibarius y Boletus reticulatus.
Después
proseguimos la ruta hasta San Martín, aldea situada más arriba de la presa de
Sequeiros rodeada de buenos bosques de castaños (Castanea sativa), donde el
grupo acabó de llenar los cestos del delicioso y versátil Cantharellus
cibarius. Pasado el momento, pasa la romería, nos fuimos a comer a un merendero cercano a San
Clodio, merendero al lado del río Sil entre arboleda variada con bancos y
mesas. Más tarde el grupo se dispersó y por más vueltas que dimos para
encontrarlos, no fuimos capaces de reunirnos de nuevo. Se ve que como iban
cargados de hongos, tenían prisa por llegar a casa y ponerse a prepararlos.
Luego el resto del grupo que quedamos, optamos también por marcharnos para
Vigo.
Una
salida interesante fue la hicimos en un fin de semana, a la zona del Barco de
Valedoras, Rubia y Vila Martín a Rúa (Orense). La salida se hizo de dos días y
nos pusimos rumbo al Barco de Valdeorras, donde pernoctamos y cenamos. Antes de
dejar los bártulos de viaje en una pensión en Viloira, barrio cercano al Barco
de Valdedorras. Previamente de comer penetramos en el famoso sobreiral de Rubiá
(Orense) en busca de setas. Por aquel entonces era secretario de la Agrupación micológica
“A Zarrota” Ramón diácono, que empezó a quitar planos en la creencia que
nosotros no conocíamos el lugar. Gracias a Ramón, que se puso en contacto con
un colega de iglesia, éste nos dio autorización para comer bajo cubierta en un
galpón a la de la iglesia. Después de comer proseguimos por los bosques
adyacentes. Prácticamente no se encontró nada, pero si que hacia mucho calor.
Después
al atardecer, dejamos los equipajes en las habitaciones de cada uno. Luego
bajamos al comedor a cenar. La cena se compuso de ensalada mixta y cordero
asado al horno con guarnición de Cantharellus cibarius, que por los bosques
habíamos encontrado. Lorena gentilmente invitó al amigo Leivas buen micólogo de
campo, domiciliado en el Barco de Valdeorras a cenar con nosotros. Si la cena
resultó de bandera, no le fue menos la charla de sobremesa y el subsiguiente
paseo que dimos por el malecón del rió Sil, que nos fue buenísimo para hacer la
digestión.
Al
siguiente día, después de desayunar, nos pusimos rumbo a Vilamartín de
Valdeorras, y de este pueblo nos dirigimos carretera arriba hasta una aldea
donde terminaba la estrada. En esa zona llenamos los cestos de Cantharellus
cibarius entre los bosques de castaños. De retorno hacia Vilamartín de
Valdeorras nos paramos, y bajando de los coches nos introdujimos en los pinares
y entre xestas (Cytisus scoparius), Angelines y Fernando encontraron un buen
número de Lactarius deliciosus. Una vez recorrido el pinar volvimos a los
coches y nos fuimos a comer a Vilamartin de Valdeorras, en un merendero muy
acogedor.
Otra
salida organizada por la agrupación micológica fue la que organizó a Ferreira
de Pantón (Lugo), salida que me sirvió para conocer in situ la preciosa Otidea
onotica, que por cierto abundaba en gran cantidad. Al llegar a Ferreira de
Pantón dejamos los coches aparcados muy cerca del pueblo. Acto seguido nos
metimos en un hermoso y limpísimo robledal y nos dispersamos por todo el
bosque, donde empezamos a recoger Cantharellus cibarius, Hydnum repandum,
Hydnun rufescens, Boletus reticulatus y Tricholoma portentosum.
Entre
los compañeros y compañeras venia un italiano llamado Victorio, que cada dos
por tres se me acercaba y preguntaba: ¿qué seta es esta?; yo le decía: se trata
de la Otidea
onotica, seta no comestible y a preservar. Al poco rato se me acerca de nuevo y
más de lo mismo, ¿qué seta es esta? Se la conoce como Otidea onotica. Aunque
para la enseñanza creo ser una persona paciente, se me hincharon las pelotas y
no tuve más remedio que llamarle la atención. Fue como mano de santo, no me
volvió a preguntar más sobre la dichosa seta. Algunos compañeros se metieron en
bosque de pinos y encontraron Lactarius deliciosus. Al finalizar el recorrido del robledal y del
pinar, nos fuimos a comer nuestros bocadillos a un merendero cercano al pueblo.
Más tarde partimos para Vigo.
La
presidenta Lorena organizó una salida con la agrupación a la zona de Sober
(Lugo). La salida iba para se de un fin de semana, pero debido a razones
imponderables, quedó reducida a un solo día. Como siempre salimos de Vigo y nos
fuimos directamente a Monforte de Lemos camino de Sober. A los pocos kilómetros
de Monforte de Lemos paramos los coches y penetramos en un prado consolidado,
donde empezamos a recoger “sendeirillas” (Marasmius oreades). En la zona de
Sober, concretamente en Anllo, nos introdujimos en los robledales donde
empezamos a encontrar Boletus reticulatus, Hydnum repandum, Russula cyanoxantha
y otras setas comestibles. Algunos compañeros atravesando un prado
cercado, se metieron entre los pinares y
lograron encontrar algunos hermosos Boletus pinicola. Al volver de nuevo por el
prado, Poli al abrir la cancela del cercado, encontró el suelo un billete
enrollado de 50 euros. Comimos nuestros consabidos bocatas y nos fuimos a
visitar los miradores de la
Ribera Sacra.
Grupo por los bosques de Sober (Lugo)
Terminado
el paseo por los miradores nos montamos en cada respectivo automóvil y pusimos
rumbo a Ferreira de Pantón, donde el amigo Poli nos invitó a unos refrescos con
la “pastuki” que encontró. De Ferreira de Pantón un grupo de socios se
encaminaron hacia Vigo. Cuatro de nosotros decidimos ir a cenar a Mesón Pepe,
cerca de Escairon. Los compañeros que me acompañaban era la primera vez que
comían en el mencionado mesón, que por lo bien que cenaron, y por el precio
pagado quedaron alucinados. Como íbamos en dos coches, tres compañeros pusieron
rumbo a Vigo. Yo opté por quedarme y me fui a dormir al Mesón de Loor, cerca de
Quiroga. Al día siguiente me fui al sobreiral de Rubiá, donde fotografié
curiosos hongos. Más tarde me fui a comer a una casa de comidas, en Rubiá
(Orense). Comí unos de mis favoritos platos: sartenada de patatas fritas,
huevos fritos, chorizo y dos lonchas de jamón frito, todo de origen casero,
riquísimo pan y botella de vino mencia. ¡Hale, contento y para casa!
Una de
las mejores salidas de grupo micológico de Vigo, siendo presidenta Lorena, fue
la que se hizo a Fraga da Amarronda 1, (Lugo).
La salida se hizo de dos días en un fin de semana. Salimos temprano un sábado
desde Vigo rumbo a Lugo. De allí seguimos hacia Castroverde (Lugo), donde
hicimos noche para cenar y dormir, en una posada del pueblo. Entre Lugo y
Castroverde fuimos parando por los hermosos bosques de castaños, robles y pinos
a la búsqueda de hongos comestibles. Más tarde y cerca de Castroverde, comimos
en un merendero que había en un souto, parte de las viandas que llevábamos para
el sábado y comida al mediodía. Al acabar penetramos en varios bosques de
castaños y robles, donde nos hicimos con Cantharellus cibarius y algún que otro
Boletus reticulatus y erythropus.
La
anécdota de esta recogida fue protagonizada por José Luís “El Rizos”, socio de
la agrupación. Él y yo íbamos juntos por el bosque, cuando al poco rato, oí
¡mira lo qué encontré….., mira loa qué encontré….¡ En el cesto traía unas
cantarelas hermosas y grades como manos, eran unos espléndidos ejemplares de setas.
En un momento que puso el cesto en el suelo y fue hacer una meada, Fernando “El
francés”, ni corto ni perezoso amarró el cesto y le entregó las hermosas
cantarelas a la ex presidenta Camino, dejando al “Rizos” con dos pares de narices y el cesto
vacío. Fernando se justificó alegando que Camino estaba llorando, parece ser de
amores, y para consolarla le aportó las setas que había encontrado José Luís.
Al poco rato, José Luís me dijo ¿y el
cesto? lo tengo yo, pero está vacío me dijo. Pregúntale a Fernando que hizo con
las setas. Supongo que Fernando le habría dicho que se las regalo a Camino. El
Rizos me contesto… ¡joder! así cualquiera queda bien. Yo le contesté eso díselo
al “Francés”
Al
atardecer nos dirigimos a la posada del pueblo a meter las maletas en las
habitaciones de cada cual. Poco a poco fuimos bajando al comedor para cenar.
Después de una buena cena y mejor sobremesa, cada cual retornó a su habitación
a descansar. Al día siguiente después de desayunar, nos dirigimos a Baleira
pueblo cercano a Castroverde y dejando los coches aparcados, nos adentramos en
el sendero de Carrizos de 800 metros de longitud, bordeando el río Martín
afluente del río Eo. El recorrido del sendero jalonado de variada masa arbórea
y arbustiva, fue muy placentero, pero al mismo tiempo bastante dificultoso,
debido a la ingente cantidad de maleza y silvas. Se ve que las autoridades
“chuparon” la mayor parte de las subvenciones dadas por el Plan Red Natura 2000
y, después, si te veo no me acuerdo.
Finalizado
el recorrido del sendero de Carrizos, nos fuimos a comer a la playa fluvial de
Cortavella, donde la belleza natural y la creada por el hombre se juntan dando
lugar a una de los partes más hermosos de Baleira. Allí se encuentra un idílico
merendero donde nos pusimos a degustar las viandas que cada uno llevábamos.
Después de comer nos pusimos rumbo a Vigo, pues por delante teníamos 226
kilómetros de recorrido.
1 La fraga da Marronda es un ejemplo excepcional de bosque
autóctono gallego, en perfecto estado de conservación que ocupa una extensión
de 661 hectáreas, entre las aldeas de A Braña, Fórneas, Mendreiras, O Real y
Martín. En una zona de media montaña,
con valores latitudinales comprendidos entre los 450 y 950 metros crece esta
vigorosa y atractiva masa natural, que destaca por la elevadísima variedad de
especies vegetales y animales que habitan en ella.
Incluida en la “Rede Natura
2000”, la Marronda
posee como principal singularidad la de constituir una parte del límite sur
occidental del haya en Europa, erigiéndose como una de las más importantes
reservas de este árbol en la parte sur occidental del viejo continente.
Más de ciento setentas especies de árboles y arbustos conviven en
A Marronda. Son protagonistas de la diversidad vegetal las hayas, los castaños,
los robles, los avellanos, los acebos, los salgueiros, los sanguiños, las
hiedras, los tojos, los helechos, los arándanos, arbustos silvestres, líquenes,
mohos, etc.
Entre los representantes de la variedad faunística figura el
jabalí, corzo, raposo, jineta, ardilla, azor, gavilán, águila caudal, cuervo,
perdiz, cuco, murciélago, puerco espín, hormigas, mariposas, larvas y ácaros
del suelo forestal.
Este impresionante bosque es además un tesoro paisajístico y
visual, que nos regala estampas cambiantes con las estaciones. Mientras el
verde intenso de la clorofila de las hojas domina todo en la primavera y en el
verano, el amarillo de la capa subyacente de pigmentos aparece al descubierto
en el otoño y el frío penetra en las ramas en el invierno que amanece blanco,
cuando la nieve en el invierno alcanza estas latitudes.
En Baleira el turismo y el deporte van íntimamente unidos. Aquí
puede practicarse el senderismo, rafting, escalada, ciclismo entre otros.
Podemos disfrutar de este bosque realizando la ¿Ruta de A Marronda-Alto Eo? Que
atraviesa esta impresionante masa
arbórea y arbustiva. Otra forma de
observar este bosque es desde la carretera local LU750, aquí la Fraga se precipita vertical
sobre la carretera que transcurre a lo largo del río Martín, en un valle
encajado y estrecho que resulta espectacular de forma especial cuando el sol
empieza a ocultarse después de media tarde.
Lorena
Cascallar ha sido el última persona que ha tenido la Agrupación micológica
“A Zarrota de Vigo”. Antes de Lorena ha habido 5 presidentes más: Cosme
Galiana, Antón Patiño, Jorge Santero, José Luís Tomé y Camino Jaezel
Lorena
teóricamente sigue siendo la presidenta de la agrupación micológica “A Zarrota”
de Vigo. Esta agrupación lleva algunos años en “Stand by”, a la espera que
alguien quiera hacerse cargo como nuevo presidente. De aquellas jornadas
micológicas, salidas de socios al campo y un sin fin de actividades hechas
durante más de 50 años, solo quedan los lunes
micológicos.
Vigo 29 de julio de 2020.
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